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José A. Luján

‘Clandestinidad de tu voz’

La indagación en la poesía como género no deja de ser una continua aventura que coloca al lector en dos planos: uno, la vertiente subjetiva que implica la curiosidad por el imaginario de un autor; y otro, la propia expresión léxico-sintáctica que le otorga el creador.

La subjetividad poética habría que considerarla como si de un abismo se tratara. Es como asomarse al brocal de un pozo y adivinar en su hondura la sensibilidad de un autor, con la llama encendida de la palabra que grita e implora maridarse con otras en busca de la liberación. Ese mundo interior es una laguna seminal, convertida en infierno léxico-semántico, unas veces placentero, y otras, doloroso y sufriente, para quien se halla atravesado por la flecha de la sensibilidad y la pasión por la palabra.

Para el hacedor de poemas, es angustioso tener todo un cúmulo de sentimientos que habitan en un mundo íntimo, informal, repleto de lexías y de significados, en un magma indefinido. Nunca habíamos intentado acercarnos a las fuentes de la creación poética con este sentido de dolor espiritual tal y como ahora estamos expresando, en tanto es una trabajosa elaboración inmaterial, hasta que el poema emerge a la luz y se comparte con el lector.

Tener que salvar unas palabras y condenar a otras a no fluir es una decisión que convierte al autor tanto en ángel salvador como en ángel exterminador. Ahí es donde radica el juego de la creación, que en el exigente ajuste de la palabra poética, siempre nivelada y precisa, se manifiesta con mayor énfasis para conseguir la belleza o el compromiso sublimado en el poema.

El segundo plano radica en la expresión formal emergida en el texto, que es la visible materialización del mundo interior. En este plano aparecen las formas métricas de la tradición literaria como son la estrofa, el verso-librismo y las figuras retóricas susceptibles de su oportuno uso: metáforas, hipérboles, comparaciones, paralelismos, anáforas y otras que se recogen en el discurso académico.

Planteamos estos apuntes previos al afrontar la relectura del opúsculo poético Clandestinidad de tu voz (ediciones Plutonio-NACE, 2019), que complementan el prólogo que la autora, Isabel Guerra García (Guía de Gran Canaria, 1953) nos ha confiado, al igual que ha hecho con el también poeta Antonio Arroyo Silva. La autora tiene un amplio bagaje formativo y creativo: psicóloga, doctora en Filología Románica, profesora de filosofía en educación secundaria, poeta del año en 2014 y 2017, en Messina (Italia). Ha publicado 23 libros de poesía y uno de ensayos literarios. Figura además en veinte antologías literarias, nacionales e internacionales, habiendo sido traducida su obra a ocho idiomas.

Clandestinidad de tu voz es una reflexión metaliteraria en tanto el título habla de lo oculto, que es lo clandestino, y se dirige a una segunda persona que es la propia poesía personificada como receptora, pero que no enmascara ningún interlocutor ni amante. El poema es la voz que desde el ocultamiento, con la fuerza de la palabra, expone un mensaje de compromiso con elementos del entorno. La creación poética no está al margen de la reflexión filosófica que, de manera frecuente, aborda temas universales: el tiempo, el amor, la naturaleza, la palabra, el dolor existencial, la muerte. En este sentido, afirmamos que la autora tiene una sólida formación filosófica. Ello se evidencia en el significado que subyace en el siguiente poema: “Porque después no es nada, / porque después ya no hay nada, / porque después es futuro, / y ya no es, / y entonces es otra cosa / y ya es demasiado tarde”.

Y en el texto que sigue, constatamos la tendencia creativa para encontrar la pureza del poema: “Desnudar el verso,/ azul de ríos,/cauce de venas /al mar /del vivir. / Desnudar el verso /hacia la hoja /en blanco /de la nada, / hacia la hora / en punto /del silencio / hacia el borde del labio / que crepita / el sonido apagado / de la noche. / Desnudar el verso, / sin hipérboles, / sin comas ni puntos / ni medidas / sin ti acaso, / sin respuestas, / para poder llegar / a la esencia / al oficio de tu voz / a la palabra alzada,/ desbocada / y desmedida, / al fonema solo, / desmelenándose / en el aire”.

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