La Provincia - Diario de Las Palmas

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Alfonso González Jerez

Barranco abajo

Basta con el que el presidente Ángel Víctor Torres autorice, decreto mediante, el uso de los tets de antígenos en el control de la llegada de turistas internacionales para que el gobierno británico decida excluir a Canarias, a causa del aumento de contagios en las islas, de los corredores sanitarios aéreos. La lucha contra esta pandemia se juega en múltiples frentes, y el Gobierno autonómico no ha prestado la suficiente atención al interno. También es cierto que ante la estupidez y la irresponsabilidad de la gente cualquier Gobierno está abocado al fracaso. El resto de las islas se ven afectadas por la oleada tinerfeña –que tira de las medias estadísticas hacia arriba -- y aunque las autoridades británicas revisen semanalmente sus opciones sobre los corredores aéreos, el golpe psicológico entre los hoteleros ha sido terrible. El económico será brutal. No hay quien no piense que la temporada de invierna está a punto de arruinarse. Esta semana se ponía a la venta un hotel rural de ocho habitaciones en el sur tinerfeño por poco más de 400.000 euros. Sí, todo un hotel por 400.000 euros. No es el primero desde finales del verano pasado ni será el único. Ahora mismo acabo de pasar frente a un restaurante con los ventanales totalmente abiertos, y al borde de los mismos, una mesa de once personas – viejos, jóvenes, un par de niños -- cenando opíparamente entre risas y gritos de contento. Lo llevo viendo un día tras otro en el mismo establecimiento. Un día tras otro. Sin problemas.

Dos medidas. Una es muy sencilla: confinar el área metropolitana durante los próximos diez días para no terminar arruinando los ingresos económicos de los establecimientos comerciales, para los que el Ejecutivo regional podría abrir una línea de ayudas pecuniarias directas. Es algo que ya debería haberse previsto administrativamente desde hace al menos un trimestre. Es inconcebible que no se hayan hecho los números – de nuevo y siempre en cooperación con los ayuntamientos – y que todo se haya fiado a una evolución lineal y positiva de la epidemia. Mejor confinarse ahora mismo que en plenas navidades. Es sumamente improbable – dicho sea elegantemente -- que la situación mejore dentro de diez días después de las barbaridades que hemos visto en el pasado puente vacacional.

La segunda medida es mucho más compleja: iniciar desde ya una demanda – con el máximo apoyo político, institucional, empresarial y sindical detrás – para diseñar e impulsar desde el Gobierno central y en coordinación con el ejecutivo regional y los cabildos insulares un plan integral del rescate del sector turístico isleño que pueda estar en marcha en el plazo de tres meses, antes de la próxima revisión de los ERTE. Un plan que incluya un paquete de ayudas – inyecciones directas de liquidez, créditos, exenciones fiscales, planes de rehabilitación – que no podrá ser menor a 12.000 millones de euros entre 2021 y 2022, en la confianza de que en el plazo de dos años, una vez generalizada la vacunación en toda Europa, el turismo pueda volver a despegar. No hay otra fórmula si el Gobierno de Pedro Sánchez quiere evitar que Canarias – la comunidad más profunda y estructuralmente herida por la crisis – se transforme en un problema de Estado. Una comunidad autónoma fallida donde crezca tanto la desafección institucional como la tentación autoritaria y populista, tensionando una sociedad con crecientes problemas de cohesión social. Alguien debería explicárselo rápida y eficazmente al presidente del Gobierno español.

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