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Alfonso González Jerez

Conspiración currucucucú

En muchos ámbitos del PSOE de Tenerife está cuajando la convicción de que Pedro Martín, secretario general y presidente del Cabildo Insular, ha sido incapaz de construir un auténtico liderazgo en el partido y no ha logrado impulsar una agenda de cambios políticos y administrativos en la corporación tinerfeña. Y lo que es más importante: Martín no ha podido ni sabido defender los intereses de los socialistas tinerfeños frente a Ángel Víctor Torres. El PSOE tinerfeño se considera maltratado e infrarrepresentado en el Gobierno autonómico. Julio Pérez nunca ha formado parte de ninguna familia o grupo de presión entre los socialdemócratas tinerfeños. En realidad es un superviviente de los años noventa, bajo la otoñal luz felipista, que se ha abierto camino por su inteligencia, su capacidad de trabajo, su habilidad tesonera y la disponibilidad de un enamorado de la actividad política. José Antonio Valbuena fue un descarte exitoso, no una opción avalada con entusiasmo por la dirección insular. Lo que está claro –para los disconformes -- es que Martín no funciona. Ni como secretario general ni como presidente del Cabildo. Y se reúnen, conversan, se irritan, tiran a una diana con la foto de Chano Franquis, generalizan su decepción, llaman a antiguos amigos, chismorrean dignamente. Todavía no conspiran. Al menos no con descaro. Cuando entre los descontentos está Héctor Gómez es más fácil escuchar el currucucucú paloma que la Marcha Radetzky.

El amplísimo poder institucional obtenido por el PSOE canario en las elecciones autonómicas y locales de 2019 constituyó una desautorización a ese apotegma salsero según el cual “no hay cama pa tanta gente”. La dirección del PSOE, al contrario, descubrió que disponía de camas, camastros, literas, divanes y sofás en número extraordinario en las que podían reposar ambiciones de hoy y de ayer, evitando las fricciones y desavenencias más enojosas, más potencialmente peligrosas. Antiguos dirigentes y cuadros que cualquier inocente podría considerar desparecidos están a gusto y calentitos en puestos y lugares discretos y, por lo general, lejos de miradas demasiado curiosas. En realidad si el PSOE tinerfeño se encuentra debilitado, descangallado y desnortado, en ese desfallecimiento Torres no juega ningún papel. Todo es responsabilidad de los barones de una organización que en su día fue, tal vez, la más sólida del PSC-PSOE. En cambio, bajo el liderazgo invisible e inaudible de Pedro Martín se ha perdido Santa Cruz de Tenerife y, lo que es más difícil, la mayoría absoluta conseguida en Arona se ha fundido irremisiblemente, por no hablar de las situaciones traumáticas vividas en San Juan de la Rambla y El Tanque. El PSOE tinerfeño se encuentra desarbolado y patizambo. Muchos consideran que es hora de reaccionar para afrontar a finales del próximo año un congreso insular con un liderazgo alternativo y una nueva estrategia. Todo lo que no se haga en ese sentido significa conceder a Coalición Canaria tiempo y ocasión para recuperarse política y electoralmente.

Por supuesto que Gómez no está dispuesto a encabezar tales grandezas. Está contento y feliz como un niño en el Congreso de los Diputados y en la dirección federal. No, no hay mucho de dónde tirar, pero al menos tienen un joven alcalde: Luis Yeray Rodríguez. No es un prodigio político, pero tiende a no meter la pata, y se deja asesorar, y por supuesto, carece de cosquillas ideológicas. Sus dos tutores, Pedro Ramos y Santiago Pérez, estarían encantados. Para uno sería disponer de un discípulo en lo más alto. Para el otro, ofrecerse, a modo de ultimísimo servicio al PSOE, como candidato a la Alcaldía de La Laguna.

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