Este año el turrón llega vía Zarzuela y la peladilla por Galapagar. Cierto que no se ha tenido todavía el arrojo para hacer un The Crown sobre la singular familia real española, pero nada mejor, en su defecto, que una inyección de realismo para la noche del 24-D. Los convivientes se sentarán a la mesa con las palabras de Felipe VI de mantel para comenzar, sin descanso, un banquete de Nochebuena con el eco acústico de las las anomalías de su padre, o bien sin nada sobre dichos acontecimientos inmorales. Sea una u otra opción, en la cena de Pablo Iglesias y familia (aunque no sé si lo celebran), con las bombillas led del chalet en intermitencia, creen estar en una coyuntura histórica, la anunciación republicana, por lo que afilan los cuchillos para trinchar la carne y lanzar en las redes sociales las consecuencias de lo dicho por su majestad. Por cierto, ¿a qué hora va a ocurrir? Los fontaneros no verían mal que se adelantase frente a la habitual 21.00 (una menos en Canarias), dado el toque de queda fijado como restricción por las miserias de la pandemia.
