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José A. Luján

Piedra lunar

José A. Luján

‘Abrazo atlántico’

La isla es una singular referencia espacial que nos lleva a una constante reflexión. No es una cuestión exclusiva del pensamiento sino también de la estética en toda su amplitud. El territorio conforma un paisaje y ese paisaje lleva a que los creadores lo expresen en sus respectivos géneros. Los pintores ponen en contacto, a través de masas de colores, el mar con la costa, en un juego de planos en los que se muestra la quietud de la roca volcánica, el movimiento de las olas que besan la playa o el roque abrupto, mientras el cielo, en plano superior, define el horizonte. Por su parte, el poeta apuntala el aislamiento o el amor o el tiempo, con creativas metáforas, en las que el hombre existencial frente a un espacio limitador vive su soledad.

La isla es un libro abierto a la interpretación que genera la simbolización: una roca inerte; el viento del sur con la calima envolvente; el compromiso social del trabajo o la emigración. Y un mar, siempre el mar, que es autopista hacia otra orilla y a la vez barrera que aprisiona y llena el corazón de sentimiento.

El espacio isla se puede observar en una unidad o en una suma de islas cercanas (‘espejos cortantes’) que forman un archipiélago, o en varios archipiélagos que tienen rasgos comunes que los naturalistas enmarcan en términos conceptuales como macaronesia, tropicalidad o caribeño. Unas, con rasgos comunes pero también con diferencias notables. No obstante, ahí están los creadores tratando de explorar símbolos propios que, con denominadores comunes, le sirvan de abrazo.

Azores, Madeira y Canarias son archipiélagos a la vez próximos y lejanos, pero que comparten la marisma y los vientos atlánticos. Atesoran culturas diferentes por historia, idioma y latitud ¿Qué los une? Tal vez un inventario de geología, flora y fauna así como la distancia de una metrópoli forman parte de la cosmovisión de los isleños que las habitan. Sin embargo, tendremos que apoyarnos en los símbolos, mitos y leyendas para vislumbrar una supuesta comunión en estas agrupaciones de islas que nos dé a entender que no estamos solos en medio del océano.

Un proyecto de confluencias visionarias ha sido impulsado desde Funchal por el activista cultural Joao Carlos Abreu, que a sus 85 años no ha aparcado el afán integrador de culturas. Su vida ha estado jalonada de múltiples acciones socioculturales con proyección más allá de su Madeira natal: Lisboa, el Vaticano, viajes por el continente europeo y el resto del mundo. Y siempre acompañado por la pasión de consolidar un espacio cultural en Funchal que ha denominado ‘Universo de Memorias’. En su haber creativo consta una veintena de publicaciones que abarcan desde el ensayo a la poesía, pero siempre con la isla en el trasfondo de sus acciones.

El proyecto más reciente ha sido coordinar el libro Abraço Atlântico, (Ediciones Fraternitas, Funchal, octubre 2020), una colectánea que recoge textos de treinta y siete autores de los tres archipiélagos. En el prefacio, escrito por Miguel Albuquerque, presidente de la Región, leemos: «Joao Carlos Abreu es un ejemplo acabado de isleño que atraviesa las puertas del mar para ir al encuentro que comparten el Atlántico de las islas, de las vivencias, de las creencias, de los usos y costumbres, que tanto dicen lo que somos, cómo estamos y cómo nos presentamos en el mundo».

El nexo de Canarias con este particular proyecto de carácter civil, sin mediar instituciones públicas, ha sido el poeta Aquiles García Brito, actual presidente de la Nueva Asociación Canaria de Escritores (NACE), quien invitó a diez autores canarios de diversos géneros tanto poético como ensayo para que aportaran su visión del concepto isla: Acerina Cruz, Manuel Díaz Martínez, José Antonio Luján, José Carlos Cataño, Lucía Rosa González, Luis Ángel Martín, Olga Luis Rivero, Olga Rivero Jordán, Roberto Cabrera y Silvia Rodríguez.

El lazo de tinta indeleble tendido sobre el mar, en doble dirección de ida y vuelta, es una manera de explorar y dejar testimonio de la simbología de una región atlántica que tiene un lenguaje de olas encrespadas, de miradas internas y externas, de realismo y de imaginación literaria que ayudan a entendernos. La cultura es una expresión que implica nexo, y, en este libro, abrazo afectivo, de color azul, como el Atlántico.

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