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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Mentira, estupidez, miedo

A última hora de la tarde de ayer el Gobierno francés cerró sus puertos en el canal de La Mancha. Son más de 20.000 trailers diarios que mañana no saldrán a Gran Bretaña. Un amigo domiciliado en Londres desde hace lustros me cuenta que la gente del común se divide en dos grupos. El primero proclama entre gritos que van a morir todos. El segundo, sin alzar la voz ni mover una pestaña, susurra que parece que van a morir todos. Mi colega se ha agenciado tantas salchichas en lata y zumo de limón que han debido dedicarles una de sus dos habitaciones. “Hasta la primavera no salgo de aquí”, me dijo. Y cortó.

Por supuesto, los principales estados europeos han decidido interrumpir sus comunicaciones aéreas y marítimas con el Reino Unido, que a sus espeluznantes tasas de contagios en las últimas semanas – 36.000 solo ayer -- ha unido la detección de una nueva cepa del coronavirus, sobre la que al parecer no se sabe una gran cosa. O sí se sabe pero no lo sabemos. La epidemia está fuera de control en Inglaterra y Gales. Por supuesto, el Reino de España no ha participado en la prudencia generalizada. Puedes seguir visitando a nuestros encantadores vecinos y los británicos pueden seguir acercándose a nuestras bellezas sin par. Bueno, es el mismo Gobierno que el 8 de marzo autorizó manifas, competiciones deportivas y mítines políticos, con el norte de Italia ardiendo ya en fiebres y 48 horas después de que la Organización Mundial de Salud alertara del peligro inminente de una pandemia. El mismo que al salir del confinamiento proclamó que las mascarillas, bien, puede ponérselas usted o no, que mal no le van a hacer, y luego, en junio, reconoció que había afirmado tan monstruosa estupidez porque no se disponía de existencias de mascarillas. El mismo gabinete, por cierto, que ha sido incapaz, absoluta y despreocupadamente incapaz, de asegurar un suministro de mascarillas y gel hidroalcohólico gratuito para los pobres, los desempleados, los pauperizados y arrinconados por la fulminante crisis económica. A joderse y búscate la vida: ese es desde la pasada primavera el mensaje sobre las mascarillas del Gobierno más progresista de la historia universal y parte del extranjero. Si quieren encontrar más memeces criminaloides pueden espigarlas en el muy documentado libro Una pandemia de errores, publicado por Deusto. Conviene no olvidar, sin embargo, dos matices. Primero que la miserable partidización en la gestión sanitaria de la pandemia ha sido mimetizada por la mayoría de las élites políticas en las comunidades autonómicas y, sobre todo, que el papel de la derecha patria ha sido vergonzoso, estúpido y de una cerril mezquindad, con ese diminuto y patético lidercillo de metacrilato, indigno del salpicadero de un Seat Panda, obsesionado con el discurso rojigualdo hasta bloquear los consensos básicos para el que facha no le siga quitando votos.

Las élites políticas: vaya contradictio in terminis. Uno intuye que no entienden un carajo lo que están pasando porque siguen convencidos de que los disruptivos tiempos de la pandemia pueden ser conciliados con la pachorra propagandística de los tiempos de la política. No. Si la cifra de contagios y de muertos sigue aumentado. Si se cometen torpezas y dilaciones injustificables al suministrar las vacunas. Si una nueva cepa mata más y es capaz de hacerlo entre niños y jóvenes. Si ocurre cualquiera de esas cosas van ustedes a ser barridos. La pandemia se los llevará por delante, y con el agua sucia de sus mentiras y sus cinismos la democracia liberal y representativa se irá por el sumidero para ser remplazada por un hedor tribal y carnicero exhalado por las alcantarillas.

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