Se cumple un mes desde la declaración de guerra a Marruecos por parte del Frente Polisario, y la noticia es que sigue sin haber noticia. Al menos en lo concerniente a la cuestión bélica.

La única leve variación al respecto es una cierta acentuación de la retórica en lo que a las presuntas acciones de guerra se refiere. De los bombardeos descafeinados a lontananza del desierto en los primeros días, hemos pasado a otros similares, pero con “importantes bajas materiales y humanas”. Esto siempre según los partes de guerra oficiales diarios, casi calcados e indistinguibles de un día para otro, no muy lejos del clásico ‘corta-pega’. Y donde el Polisario deja entrever en los mismos que va ganando esta supuesta guerra por aplastamiento.

De todo ello van dando buena cuenta a través de sus medios oficialistas y redes sociales, donde la última ocurrencia ha sido utilizar el fallecimiento por coronavirus de un coronel del ejército marroquí haciéndolo pasar por abatido en el frente, en lo que parece ser más guerra sucia que una guerra real.

En dichas redes se mencionan ataques con misiles rusos antitanque tipo kornet, y se habla de violentos ataques de artillería, pero lo único que puede comprobarse de forma audiovisual, haciendo siquiera una pequeña búsqueda, son disparos de cañones hacia la inmensidad del desierto con dirección quién sabe dónde, entre vítores y arengas. Así como fotos de jóvenes reclutas sonrientes en claros signos de camaradería, pero con escasas muestras de zozobra.

De todo esto podría inferirse que estamos más bien ante unas maniobras de larga duración, a lo sumo con alguna pequeña escaramuza, reconvertidas en guerra por el aparato mediático Polisario. Todo lo que no sea llegar a esa conclusión requeriría de un colosal ejercicio de fe, a la vista de las dudas que genera lo anteriormente descrito y las pocas pruebas reales que se aportan por aquellos que con más vehemencia reclaman el reconocimiento de dicho estado de guerra. A la sazón, el Frente Polisario.

Al hilo de esto último, Abdullah Al Arabi, delegado del Polisario en España, declaró recientemente que “si no es cierto que hay una guerra, que la Minurso lo diga, y si es cierto, que lo diga también”. También en Ecsaharaui, uno de los medios cercanos al Polisario, se menciona que “cazas marroquíes han intervenido por primera vez en la guerra del Sáhara Occidental”, para añadir a continuación que así “Marruecos por fin ha reconocido la existencia de la guerra”. Sin duda todo un ejercicio de imaginación, de retorcer la realidad, o de hacerse trampas al solitario. Según se mire. Queda a su elección.

Detrás de toda esta ingente sucesión de noticias sin contrastar y llamamientos constantes a reconocer la veracidad de la guerra desde un bando, se esconde una permanente ansia de mantener la atención sobre unos hechos que nacieron ya fallidos, tanto a nivel estratégico como de la propia visibilización del conflicto, razón de ser de los mismos. Lo cierto es que se hace evidente la imposibilidad real de llevar a cabo una guerra por el Polisario contra Marruecos, debido principalmente al desequilibrio entre ambos ejércitos. Una certeza repetida hasta la saciedad durante los últimos años. Entretanto, la mejor arma es mantener viva la llama de la contienda en las redes e internet, vía propaganda —bastante permeable en la opinión pública española, por cierto—, donde los bulos y las fake news campan a sus anchas a diario. Algo a lo que lamentablemente estamos ya acostumbrados en cualquier ámbito.

Igualmente, este intento desesperado del Polisario por descongelar el diferendo desde los hechos del Guerguerat tenía un motivo claro: Buscar que la tensión escalase, que Marruecos ante las provocaciones ajenas diese un paso en falso en forma de ataque y subsiguiente tragedia, y que a su vez provocase que la comunidad internacional se movilizara de alguna manera. No me cabe duda que desde el Polisario se pensaba en esa clave, pero los acontecimientos les han sobrepasado en apenas un mes.

Esa es la es la única guerra que parece existir. Lo que finalmente ocurra lo veremos con el paso de las semanas. De momento, el tiempo transcurre y los equilibrios de fuerzas van cambiando. Sin ahondar en la reciente noticia del reconocimiento a Marruecos de la soberanía sobre el Sáhara por parte de Donald Trump, si lo que quería el Polisario era visibilizar el conflicto, la estrategia no solo no está resultando como esperaba, sino que puede producir un efecto inverso. De hecho, Pablo Iglesias regateó el tema cuando fue interpelado por ella en prime time televisivo. Otros, sin embargo, se han posicionado inversamente. Desde el expresidente Zapatero a Manuel Valls, pasando por el expresidente tunecino Marzouki han hablado abiertamente de solución pactada o negociada, tal y como vienen recogiendo al respecto las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre esta materia durante los años precedentes.

El último en manifestarse estos días ha sido nada menos Aitor Esteban, portavoz en el Congreso del PNV, uno de los grandes apoyos políticos del Polisario durante décadas. El político vasco ha sorprendido declarando que “hay que cuidar a Marruecos por su importancia geoestratégica”. Asimismo, reconociendo que la parte saharaui ha dejado pasar oportunidades, afirmó que “hay que hacer ver al Polisario qué es lo posible y qué lo imposible, porque el mundo ha cambiado mucho en los últimos años”. Palabras reveladoras viniendo de quien vienen.

Todo este caldo de cultivo sin duda merece una seria reflexión por parte de los dirigentes saharauis, sobre todo cuando tus más firmes apoyos comienzan a quitarse la venda y aterrizar en el siglo XXI en esta cuestión. Y porque una amplia fracción de la comunidad saharaui también reclama que se exploren vías más pragmáticas para finiquitar este lamentable viaje a ninguna parte que dura ya más de cuatro décadas.