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Rubén Reja

EN VOZ BAJA

Rubén Reja

‘Pedro go home’

La avalancha de pateras que ha sacudido Canarias este año con más de 17.000 personas buscando una oportunidad de vida ha despertado un sentimiento de rechazo a la inmigración que empieza a calar en la sociedad. Los grupos de migrantes deambulando por las principales zonas turísticas del sur grancanario contrastan con los pocos turistas que estos días visitan la isla. Una mezcla de caminos que no debería producirse en ningún caso y que, en algunos momentos, genera una sensación de inseguridad impropia de un destino que se la juega en los próximos meses. La acogida de inmigrantes en hoteles es un gravísimo error de cálculo y producto de la incompetencia manifiesta de las políticas migratorias. Albergar a estos colectivos en complejos turísticos es un despropósito si se extiende en el tiempo y daña la imagen del destino. El mismo despropósito que tenerlos hacinados en muelles o campamentos improvisados, sin una asistencia social y jurídicas dignas, como han venido denunciando desde Coalición Canaria, María Fernández e Ivan Ventura, el Defensor del Pueblo, el Partido Popular… Pero, firmar contratos de seis meses para acoger migrantes en los hoteles atenta contra el destino y demuestra la ineptitud y la opacidad en las repatriaciones del Ejecutivo central. No se trata de xenofobia sino de exigir respuestas contundentes a una crisis que se extenderá sin dudas. Algo que demuestra que Canarias solo está arrinconada en los mapas y que seguirá una hora menos en la agenda de prioridades de Pedro Sánchez.

La integración de extranjeros siempre se ha producido en Canarias sin apenas episodios de chauvinismo y con un más que aceptable grado de acogida. La situación social atraviesa una profunda metamorfosis sin registrarse hasta el momento grandes turbulencias sistémicas salvo conatos aislados. De hecho, el fenómeno migratorio ha contribuido a reequilibrar las estructuras demográficas, caracterizadas por bajas tasas de natalidad y por un mercado laboral que encontró trabajadores para puestos que los nacionales rechazaban. Sin embargo, este frágil equilibrio del proceso se tambalea por una crisis migratoria sin parangón y en cuanto los recursos escaseen. A ello se le une una ausencia de respuesta en origen, sobre todo en Marruecos, donde España sufre el chantaje de Mohamed VI que ha abierto la veda para sacudirse de encima a miles de jóvenes problemáticos a los que tiende puente de plata. Aquí se trata de denunciar alto y claro esas voces xenófobas que claman el moros go home y cambiarlo sobre la marcha por Pedro go home y que no vuelva.

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