La Provincia - Diario de Las Palmas

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Jorge J. Fernández Sangrador

A propósito de la exposición “Van Eyck. Una revolución óptica”

Juan de Brujas (Jan van Eyck) fue, según Giorgio Vasari, el descubridor de la pintura al óleo. Así lo dejó escrito en “Las vidas”: «Fue un magnífico invento y una enorme comodidad para los pintores el descubrimiento de la pintura al óleo, del que fue descubridor en Flandes Juan de Brujas».

De modo que, para saber del “íncipit” de esa técnica, es preciso viajar a través de los siglos pasados hasta el taller de Jan van Eyck y su hermano Hubert, aunque la crítica contemporánea haya puesto en cuestión el aserto de Vasari.

Y para ver algo maravilloso, emanado del pincel de Hubert, primero, y, después del fallecimiento de éste, de Jan, visítese desde el ordenador, en el enlace “virtualtour.vaneyck2020.be.”, la exposición, en Gante, de su obra maestra: “La adoración del Cordero místico” (año 1432).

El políptico es un tratado completo de Biblia, Dogma e Historia de la Iglesia. Se podría trazar un programa sumamente interesante en torno a él en la clase de Religión. Da para todo un curso. Y es que Jan van Eyck, además de poseer un extraordinario dominio de la perspectiva o del juego de luces y sombras, así como muchos conocimientos de ciencias naturales, arquitectura o anatomía humana, entendía también de Teología.

El título de la exposición es “Van Eyck. Una revolución óptica”. La colaboración de la mano con el ojo en el artista ha producido una obra que figura, sin que exista la menor sombra de duda, entre las más importantes de la pintura europea. Y los de Gante lo saben bien, porque los negocios que han montado, aprovechando la ocasión, son una muestra de que la cultura puede dar dinero si se planifican como es debido este tipo de eventos.

De hecho, varias instituciones, entre las que se encuentran la Fundación Getty de Los Ángeles, han participado en la creación, financiándola, de la plataforma “Closer to Van Eyck: Rediscovering the Ghent Altarpiece”, en la que se exhiben, gracias a las modernas técnicas de análisis, reproducción, digitalización y restauración, los hasta ahora prácticamente imperceptibles detalles del retablo.

Por su parte, la Oficina de Turismo de Flandes agrupó todas las actividades programadas para el año 2020 bajo la marca “OMG! Van Eyck was here”. OMG es una expresión que, entre los flamencos, denota asombro o sorpresa, aunque la organización la adoptó como acrónimo: “Oh, my Ghent!”. Y lo de “Van Eyck was here” es porque el pintor firmó el “Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa” con esta frase: «Johannes de Eyck fuit hic».

En cuanto a la artesanía, más de setenta ganteses se han dedicado a confeccionar productos relacionados con la persona y la obra de Van Eyck, para venderlos durante los meses de la exposición, que se prolongará, a causa del coronavirus, hasta junio de 2021: joyas, sombreros, cervezas, tapices, bufandas, bolsos, cerámica y cristalería.

Mientras que los de los restaurantes, echándole imaginación, han preparado unos menús la mar de sugerentes, a base de delicias culinarias del período borgoñón. Y, como para bajar la comida no hay nada equiparable a un paseo, se puede hacer, después de degustarlas, un tour por la ciudad.

En Adviento, fueron proyectados, en la Lonja del Paño, cada dos días, los paneles, uno tras otro, de “La adoración del Cordero místico”, hasta completar la visión plena del conjunto en la fiesta de Navidad. Esto fue cosa de una asociación cultural de Gante y de la televisión flamenca, que quisieron acompasar la realización de su idea con el ritmo del tiempo litúrgico.

Y para entender el significado espiritual del tema principal del políptico, el visitante presencial o virtual deberá ojear la bibliografía que se ha generado al respecto, aunque me permito sugerirle que no deje de leer el capítulo 53 de Isaías, el Apocalipsis y el librito del norteamericano Scott Hahn, titulado “La cena del Cordero. La Misa, el cielo en la tierra”. Y, ya de paso, que lea también el que Hahn escribió con su mujer, Kimberly, a propósito de su conversión: “Roma, dulce hogar. Nuestro regreso al catolicismo”.

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