La Provincia - Diario de Las Palmas

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Desirée González Concepción

Colorín colorado este cuento NO se ha acabado

Se acaba 2020, por fin se acaba el año. Son muchas las personas que desde hace semanas han comenzado la cuenta atrás. Parece que con la llegada del 2021 todo será más fácil, parece que con la vacuna y el posible fin de la pandemia se acabarán todos nuestros males. Un año protagonizado por el Covid 19 que ha dejado grandes estragos a todos los niveles. Un año donde hemos tenido que lamentar pérdidas económicas importantes y sobre todo graves pérdidas personales. Obviamente según las repercusiones que haya tenido para cada uno de nosotros este enorme tsunami, lo recordaremos de una u otra manera, pero siempre como el año “maldito”.

Esta vez la miseria y la desgracia no solo han asolado a los más desfavorecidos, esta vez los países más pobres no han sido los únicos que se han movido sobre tierras movedizas. Esta vez el reparto ha resultado más equitativo, el miedo no ha entendido de razas, de clases sociales, de religiones,… En esta ocasión hemos entrado todos en el bombo y rezábamos para que no saliera nuestro número “premiado”.

Me resulta lamentable la actitud egocéntrica con la que planteamos nuestras vidas. Somos conocedores de las calamidades que sufren numerosos países del mundo, sabemos que miles de niños mueren al día por desnutrición o falta de medicamentos, percibimos los efectos del desastre medioambiental… Nos informamos puntualmente de la actualidad y no perdemos detalle ante las noticias de los telediarios. Vivimos tan sobreinformados como desensibilizados; apenas cambia nuestra expresión de la cara cuando observamos tanto y tanto dolor repartido por el mundo. Lo normalizamos todo y prácticamente nada nos emociona. Por supuesto, siempre y cuando la adversidad no toque a nuestra puerta, solo entonces somos capaces de ponernos en lugar del otro y hasta somos capaces de aplaudir día tras día en los balcones a nuestros salvadores.

Pues sí, el cuento no ha acabado y máxime si queremos que éste sea un cuento con final feliz. Todo sufrimiento lleva implícito un aprendizaje, me niego a pensar que no hayamos aprendido nada a lo largo del año que termina. Seguimos en el juego de la vida y toca arrimar el hombro y no solo para el asunto Covid. Estas actitudes que se pusieron de moda cuando divisábamos la muerte de frente; la responsabilidad, la empatía, la solidaridad, el respeto… deberían marcar nuestra filosofía de vida. Ya es hora de salir de nosotros mismos, toca estar presentes para “ver” a los demás. Toca acabar el año con la lección aprendida y así enfrentarnos a los nuevos desafíos que se presentarán en el año que comienza, con fortaleza y luchando juntos por un mundo más justo.

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