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Entender + CON LA HISTORIA

Una casa demasiado blanca

Desde los Washington, Adams, Jefferson, Lincoln, Roosevelt, Wilson... hasta los Bush, Clinton, Obama, Trump y Biden son apellidos conocidos por todo el mundo. Y si hay alguien despistado basta añadirles el cargo presidente para tener claro de quién se está hablando. Uno tras otro han ido ocupando la Casa Blanca desde hace casi 230 años.

En cambio no sabemos quiénes son los Abrahms, Jons, Peters, Davids... que la construyeron. Hombres de quienes apenas conocemos el nombre. Pero es que hace un año no se sabía ni eso: ellos son los esclavos negros que edificaron la Casa Blanca.

La investigación

Durante muchos años nadie quiso recordar ni explicar que buena parte de la mano de obra utilizada fue la de personas esclavas. Ahora, por fin, se ha puesto remedio al tema gracias a la investigación de la Asociación Histórica de la Casa Blanca, y lo ha convertido en exposición virtual para que todo el mundo pueda conocer su historia con tan solo un clic.

El 13 de octubre de 1792 se puso la primera piedra de un edificio que se convertiría en icono global, aunque entonces solo era la futura casa del presidente de un país que estaba dando los primeros pasos. Dos años antes, en 1790, George Washington y el arquitecto Peter L’Enfant habían empezado a trabajar en la planificación de toda la ciudad, querían que fuera una urbe cargada de simbolismo y pensada para erigirse como la capital federal de los Estados Unidos de América del Norte.

Ahora bien, para convertir en realidad ese ambicioso proyecto se necesitaba mano de obra. La idea inicial fue contratar inmigrantes procedentes de Europa, pero muy pocos respondieron a la llamada. Fue entonces cuando se optó por la solución más fácil: valerse de los esclavos, aprovechando la proximidad con los estados de Virginia y Maryland, donde era permitido su uso.

Lo único que recibieron aquellos obreros a cambio del trabajo fue alojamiento, algo de ropa, dos comidas diarias y la mínima asistencia sanitaria para mantenerlos suficientemente sanos para que no cayeran enfermos. Según la documentación estudiada por los historiadores Mann, Costello y Chervinksy, se calcula que unos 200 esclavos participaron en la construcción de la Casa Blanca y el Capitolio. Fueron canteros, albañiles, carpinteros, cerrajeros, pintores...

Cabe decir que en aquella época era habitual poseer esclavos. Casi la totalidad de los presidentes hasta el tiempo de Abraham Lincoln los tuvieron a su servicio para ahorrarse los gastos de mantenimiento de la residencia oficial. Durante los primeros mandatos, el presupuesto total era de 25.000 dólares. De ese dinero salía el salario del presidente pero también los fondos para el mantenimiento diario de las instalaciones. Y si bien es cierto que era una suma desorbitada, era del todo insuficiente para pagar sueldos dignos a cocineros, jardineros, camareros, ayudantes, mayordomos... Mucho más práctico usar esclavos, que no percibían un salario.

Y tenían los que hicieran falta. Por ejemplo, durante el mandato de Washington había 10 y durante el de Jefferson 11, entre ellos un bebé de una cocinera esclava. En este sentido, uno de los descubrimientos más sorprendentes que han hecho los tres historiadores que han llevado a cabo esta investigación, es que incluso uno de los principales abanderados del abolicionismo como era John Quincy Adams, famoso en EEUU por sus posiciones políticas contra la esclavitud, tuvo dos llamados Holzey y Rachel Clark.

Más de 300 esclavos

En total son 307 nombres de personas esclavas que trabajaron en la Casa Blanca, bien durante el proceso de construcción o bien como parte del servicio doméstico presidencial.

Paradojas de la historia, la autoproclamada capital del mundo libre fue levantada por una mano de obra esclava a quien nunca hasta ahora se había prestado ni la atención ni el respeto que se merecen. Son unas personas de las que prácticamente no sabemos nada. De momento. Porque seguro los historiadores seguirán investigando hasta que aquella Casa no parezca demasiado Blanca.

Michelle Obama, la inspiración

«Me levanto cada mañana en una casa construida por esclavos». Con esta frase, la primera dama hizo tambalearse la Convención Demócrata de 2016 y espoleó la búsqueda de luz en un tema que, hasta entonces, se había querido olvidar. Y los historiadores se pusieron manos a la obra. 

 

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