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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Barracones y feng shui

Después de seis meses de duros esfuerzos el Ministerio de Defensa presentó unos barracones muy cucos para alojar a varios centenares de migrantes en Las Raíces. Son tan hermosos que no me extrañaría que su geometría y cromatismo sean obras de un regimiento de zapadores que hubiera estudiado diseño de interiores y feng shui. Según el Zang shu o Libro de las sepulturas, escrito por Guo Pu (276-324) durante la Dinastía Jin –es decir, según la wikipedia– la energía chi se dispersa cuando viaja a través del viento y termina al encuentro del agua. Si este flujo de la energía termina en el agua que contiene el cuerpo sería perfecto, porque toda esa energía se queda en nuestro ser y trae mejor salud y felicidad. Ningún sitio mejor para instalarse, por esa razón, que Las Raíces, donde en los meses de invierno se registra una humedad del 85% y se puede llegar a 5,5 grados centígrados de temperatura. El agua helada que contendrás después de algunos días, hermano, te asegura la felicidad. Los primeros inmigrantes que llegaron ayer a Las Raíces, bajo un chubasco largo e intenso, avanzando por una pista de tierra que en su tramo final era un montón de barro, se negaron a desembarcar en el Paraíso, y el dios de doble papada, conocido en la tierra como Anselmo Pestana, los convenció mandando refuerzos policiales. El siguiente retén, en cambio, aplaudió al llegar, pero sospecho que fue porque había parado de llover.

Después de seis meses de arduos trabajo esto es lo que han inaugurado: un campamento de casetas frías como pata de muerto en invierno y cálidas como un horno de cal en verano. Se desconocen más detalles, porque Pestana, nuestro diosecito administrativo, se ha negado a que los medios de comunicación puedan entrar en el campamento y hacer preguntas al respecto. Seis meses para esto. Nada menos que seis meses para unas instalaciones que podrían haberse montado en seis semanas. Para colmo hemos tenido que soportar el sainete entre el presidente Ángel Víctor Torres y Anselmo Pestiño. “Sería muy bueno que el delegado del Gobierno nos comentara las cifras de delincuencia en las Islas y si la llegada de inmigrantes ha supuesto algún aumento”, pedía Torres, y de repente, a las pocas horas, aparecía Pestañoso, todo datos y toda disponibilidad, alcaide inverosímil en una película carcelaria donde todos somos buenos porque, de hecho, nadie debería estar aquí. Pestuga, como es obvio, explicó que no existía ninguna relación causal y que, de hecho, la delincuencia había descendido en Canarias un 18, o un 28, o un 0,8% por cierto, no lo recuerdo bien. Desde que escribo en los periódicos la tasa de delincuencia, según la información de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, no ha hecho más que bajar en las Islas, mes tras mes y año tras año, por lo que habría que deducir, a estas alturas, una delincuencia negativa, con las calles repletas de ciudadanos robando a los ladrones, pibas forzando a violadores y asesinados matando a homicidas.

Finalmente meterán a los 10.000 en estos indecentes barracones, encerrados en Canarias lo quieran o no, exactamente igual que a nosotros nos meten en los ERE y en los ERTE, mientras Pestífero sigue acumulando trienios, Torres se queja a Madrid como un ezquizoide se queja de su naturópata y Noemí Santana escribe cartas de desamor y no dejan de fallecer cada vez más dependientes sin que les sea reconocida su situación para percibir lo que les corresponden, con recursos mínimos vitales y rentas básicas que no cobra nadie, en un país económicamente arruinado y socialmente carcomido por la desazón, el miedo y la desesperanza. Llueve, llueve fuerte en ráfagas de viento que se pierden en la negrura de la noche que no termina, porque la noche sin esperanza es infinita, y tiemblan los vecinos de las casetas, y temblamos nosotros, por lo que vendrá.

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