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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Polonio y desasosiego

Una vez conocido en profundidad lo ocurrido dentro del Capitolio de los EEUU para fundir los plomos de la democracia cabe, como duda razonable, que Pablo Iglesias pueda ser envenenado por algún pirado con polonio. Ya luego se investigará si el autor pertenece o no a algún segmento parapolicial, según sugerencia del camarada Echenique, que sólo atribuye al espía patrio la habilidad de amasar basura para tirarla sobre el vicepresidente. Digamos que la afirmación del portavoz de Unidas Podemos es el cómic del asunto, mientras que el aldabonazo lo da el propio Iglesias al dudar de la normalidad democrática de España. Una autocrítica que le afecta enormemente dado que forma parte del Gobierno, que, por cierto, ha dicho -la facción socialista- que las afirmaciones del líder morado no van con ellos. La reflexión ha sido aprovechada por la vieja guardia del PSOE para pedir a Sánchez el cese de su compañero de coalición. ¿Pero es que no se puede razonar sobre la calidad democrática del país? Sin ir más lejos, el poder ejecutivo tiene abierta una crisis con el Poder Judicial, cuyos jueces se han rebelado contra una reforma para renovar el órgano. Primer desasosiego: ¿realmente existe un contrapoder independiente en España para corregir situaciones de injusticia? Segundo desasosiego: ¿cómo se pudo crear en el seno del Ministerio del Interior un grupo policial que trabajaba para los intereses del PP en las llamadas cloacas del Estado? Tercer desasosiego: ¿cómo un personaje como el excomisario Villarejo actuaba de ligazón entre la policía y determinadas empresas y bancos que solicitaban sus servicios? Cuarto desasosiego: ¿por qué se prolonga la anomalía del rey emérito con un exilio dorado en Emiratos Árabes, asistido por empleados pagados por el erario público? Y quinto desasosiego, ya más local: ¿cómo el Parlamento de Canarias rechaza pedir la destitución de los cargos que se colaron para vacunarse? No hay que entrar en pánico e irse al extremo de que nos encontramos en un régimen en quiebra democrática, que se asoma al abismo de la autocracia o a un sistema parlamentario con más agujeros que un queso holandés. No, para nada. Lo que hay que hacer es no acostumbrarse al vuelo permanente de burros por encima de nuestras cabezas, bajo la creencia de que estos y otros desajustes forman parte de la normalidad democrática. Estoy con Iglesias: de vez en cuando hay que reflexionar sobre la calidad y categoría del forjado.

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