La Provincia - Diario de Las Palmas

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¿Quo vadis , España?

“Castilla (España), miserable, ayer dominadora.

Envuelta en sus andrajos,

Desprecia cuanto ignora.

La madre, en otro tiempo, fecunda en capitanes,

Madrastra es hoy, apenas, de humildes ganapanes”

(Miguel de Unamuno).

España es hoy un amasijo de ignorancias, intereses, contradicciones, mentiras, egoísmos amparados en los profundos abismos de una pandemia sanitaria incontrolada, apareada con una confirmada crisis económica ascendente que llevará a un paro incalculable. En Canarias, además, apechugamos con otro problema exclusivo que nos lleva a ser “Islas Depósitos de Migrantes” hermanadas con la isla griega de Lesbos, sin alcanzar las ventajas de las Ciudades-Estado que pregonó Aristóteles. Todo arropado en una universal corrupción, que es basura que se extiende bajo nuestros pies, expulsando un olor imposible de neutralizar con muy potentes perfumes o ventiladores. España ocupa el puesto 32 de las naciones más corruptas del mundo. La corrupción más conocida es la de los dos partidos políticos mayoritarios: PSOE y PP, situados en las orillas opuestas de un río por cuyo cauce corre lentamente la mala opinión y el desprecio, en ascenso, que una gran parte de los españoles tiene de los políticos .

Tenemos unos presupuestos formados en el toma y daca de partidos de seudoizquierda, en los que aumentan notoriamente los gastos y se comprimen las inversiones, un déficit que se pretende allanar con un aumento de impuestos, de la deuda y de las equívocas limosnas de la Comunidad Europea, estas últimas se alcanzan haciendo colas (cada día mas largas), al estilo de las de Cáritas y otras beneficencias. La diferencia es que estas merecen nuestros elogios y agradecimientos y las otras no. El PIB, en retroceso, disminuyó en el tercer trimestre de 2020 17.023 millones de euros. La deuda alcanza los 1,3 billones de euros, situándose entre los tres países más endeudados del mundo. El ahorro que pueda permitir que la clase media sobreviva en esta orgía del gasto y ayudar a la inversión se esfuma como los planes porque ya son antiguallas, denunciados año tras año y se han convertido en campanas sin badajos de tanto repicar pero no por victorias como las del Gran Capitán, sino por los mendaces intereses de partidos aupados y cabalgando sobre los propios intereses del Estado, de tal forma que aquellos carteles que antes lucían sobre los dinteles de las puertas del Ejército y la policía: ”Todo por la Patria” se han cambiado metafóricamente, por “Todo por el Partido X” , solo así se puede entender el parto anti-natura de los 22 ministerios de cuyo nombre (como diría el Quijote) no puedo acordarme ni yo ni la mayoría de los españoles, siendo más difícil enumerarlos que la lista de los reyes godos. Cada ministerio aglutina a ministros, secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales, subdirectores generales (muchas de cuyas funciones pueden ser llevadas con más eficacia por una modesta Sección), administrativos colados por puertas traseras y un enjambre de asesores, que multiplicados por 22, conforman la nómina más alta desde hace muchos años, en la que se incluye el aumento de la flota de automóviles y chóferes. Todo tiene una explicación. Siguiendo a Leon Blum, quien fue primer ministro en Francia, la secuencia del poder es: primero quererlo, segundo, lograrlo como sea, tercero, gestionarlo, pagando a los que hicieron posible alcanzar el poder. Y eso es lo que se ha hecho en España: crear puestos (no de trabajo sino de “estar”), ínsulas baratarias para pagar a feligreses, amiguetes, defensores y propagandistas. Como hace falta crear huecos y no eliminarlos, no se disminuyen los 350 diputados de las Cortes Generales, con sueldos que no corresponden a su valía ni a su dedicación, de los que sobran la mayoría que solo actúan como “músicos”, aplaudiendo a los suyos y silbando a los contrarios. Aplícase esto a las 17 autonomías y tendrán el escenario en una enorme pantalla de más de cien pulgadas. Y el Senado, que es la residencia 5 estrellas para los políticos jubilados. Las empresas públicas, pagos a amiguetes y feligreses, comisiones de contratos, incluso entre ellas, doradas poltronas para los que no han llegado a los celestes cielos del Senado.

Esta es pues la parte más negra de la España actual, de la que yo creo, a pesar de tanta basura, en su futuro, así como en el espíritu de tanta gente que como yo estamos dispuestos a lograr una verdadera democracia en nuestra Patria.

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