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Escritos antivíricos

José Manuel Marrero Henríquez

Retranca

Dicen que el humor canario tiene retranca. El vacunado a medias, que sabe de ese término y de sus segundas, quiere confirmarlo consultando el DRAE, que corrobora esa conocida afirmación al definir retranca, en primer lugar, como intención disimulada, oculta; y, en segundo lugar, como correa ancha, a manera de ataharre, que forma parte del atalaje y coopera a frenar el vehículo, y aun a hacerlo retroceder.

La escritura intelectualizada no vale para la retranca del humor canario y, si se quisiera poner la retranca por escrito, habría de hacerse en textos que reflejasen de manera fidedigna el contexto de diálogos acaecidos en situaciones del día a día. Para que haya buena retranca debe haber inspiración e inmediatez a un tiempo porque el humor con retranca donde mejor se da no es en una página sesuda sino en una conversación callejera a lo Pancho Guerra.

Aunque al vacunado a medias le desagrada hablar de lo popular y de lo culto en términos blanquinegros, entre otras cosas porque hay productos populares más sofisticados que los cultos y viceversa y al revés del pepino también, el vacunado a medias ha de reconocer que con brocha gorda se puede afirmar sin temor a equivocarse que la retranca es más popular que culta, aunque, en verdad, nada hay al cien por cien cierto.

La retranca es humor capaz de frenar las intenciones del otro en mitad de una batalla dialéctica e incluso de hacerlo retroceder. Es la retranca como una brida que detiene al caballo en seco y que lo obliga a ir hacia atrás. Dice uno: “Cásate con mi hija, por favor, será bueno para ti y para la descendencia de ambos”; contesta el otro: “Yo me caso, si eso conviene, pero descendencia no va a haber dentro de mi armario”. Dice uno: “Cómprame un perrito”; contesta el otro: “¿Caliente o embalsamado?”. Dice uno: “Creo que me salió bien el examen”; dice el otro: “Salir, salir, igual se te salió del todo”. Dice uno: “¿Me das cinco euros?”; contesta el otro: “¿Cómo que cuatro euros? ¿Para qué quieres tú tres euros si con dos tienes bastante? Toma uno y dale la mitad a tu hermano”. Dice uno: “¿A que es guapo el muchacho?”; contesta el otro: “Sí, es bastante monito”.

El vacunado a medias piensa que la retranca es universal, aunque se diga que la retranca es propia del humor canario. De hecho, al buscar “retranca” en Google, lo primero que aparece es la asociación de ese término, no con el humor canario, sino con el gallego. Tal vez por eso haya oído decir que el humor canario y el gallego tienen la retranca en común. Pero, se pregunta el vacunado a medias, ¿y el humor belga? ¿y el inglés? ¿y el alemán? Si los belgas, ingleses y alemanes tuvieran humor, ¿lo tendrían con retranca? Y allende el mar, ¿hay retranca? ¿Hay retranca en Argentina, Chile, Bolivia y Perú? ¿Y en Estados Unidos? ¿Tenía Trump retranca o era demasiado simplón?

El vacunado a medias vuelve al DRAE y lo lee con retranca. Busca “humor” y selecciona la acepción que lo define como “cada uno de los líquidos de un organismo vivo” para luego concluir que humor con retranca es el líquido corporal que retrocede. Humor con retranca es tragar mocos o saliva, sudar adentro, hacer pipí o caca hacia adentro, lagrimear adentro de los ojos, absorber el cuerpo los líquidos de una inflamación. Así que el humor con retranca no es gallego ni canario, es universal, es el que tiene el cultivo cuando succiona en sus entrañas el agua de la tormenta, el árbol que acumula en su corteza el CO2 de la atmósfera, la selva amazónica que se nutre de la arena que vuela en la humedecida calima que viene desde el Sahara.

Ni gallego ni canario, el humor con retranca es universal; hasta el planeta Tierra tiene humor con retranca, pues absorbe los líquidos tóxicos que la civilización produce. Y harta debe de estar la Tierra de ese humor con retranca, tan solutivo, tan contaminante y tan sin gracia ninguna.

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