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In memorian

Adiós a un compañero

El sábado día 13 falleció en Zaragoza el general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, víctima del Covid-19.

Poco puedo aportar de nuevo, que no se haya hecho público, en la trayectoria profesional del general más laureado de la historia de la Guardia Civil y también el más denostado y castigado por una parte de la sociedad española, precisamente por la que se volcó y dedicó la mayor parte de su vida en la defensa de su libertad, seguridad y vida amenazada por la acción de la mayor y más sanguinaria banda terrorista de los últimos siglos, ETA.

Me voy a permitir algunos datos personales. En los primeros años de su carrera profesional, una vez superados los años de formación en las academias militares, Academia General Militar de Zaragoza y Academia Especial de oficiales de la Guardia Civil, ya de teniente estuvo destinado en la Guinea Ecuatorial perteneciendo a la Guardia Territorial y donde permaneció hasta la precipitada evacuación de la población civil española, de la colonia después de haberse declarado la independencia como república y efectuado la entrega al presidente Macías Enguema, que resultó tirano y represivo con los españoles y que pudieron salir del territorio gracias a la protección de las fuerzas de la Guardia Civil. Incorporado a la Península ya fue destinado por primera vez de teniente al Subsector de Tráfico de Guipúzcoa, en 1969, donde ya estaba realizando la ETA acciones criminales como la muerte del guardia Pardines, de Tráfico precisamente, el comisario de policía Manzanas en Irún y otras que se sucedieron en aquellos años. De capitán y destinado también en el subsector de Tráfico de Cádiz, en el año 1978 mandaba el grupo de seguridad y acompañamiento a la vuelta ciclista a España, en la última etapa, cuando terminaba la carrera que tradicionalmente lo hacía en San Sebastián, sucedieron unas incidencias graves con cortes de carretera con troncos, amenazas de bombas por parte de ETA y obligaron a suspender aquella etapa, momento que impactó de nuevo al citado capitán Galindo a su paso de nuevo donde había estado de teniente. En aquella circunstancia intervino también, naturalmente, la unidad de Tráfico que mandaba el que suscribe de capitán. Así terminó la presencia para muchos años de la vuelta a España, en una provincia que era cuna del ciclismo y lo patrocinaba un periódico provincial. Con el ascenso a comandante del general Galindo fue destinado a la comandancia de San Sebastián donde desde el principio se implicó en la formación y preparación de un buen Servicio de Información y posteriormente en los sucesivos ascensos como jefe de la Comandancia en Inchaurrondo, de Tte. coronel y coronel, se entregó en una misión de acabar con el terrorismo de ETA que estaba asolando el país.

El resultado es de todos conocido, ha habido mucho sufrimiento y dolor, 3.000 atentados, 864 muertos (militares, policías, guardias civiles, personal civil, cuarteles con familias, mujeres y niños, centros comerciales) y más de 7.000 víctimas. Pero al final consiguió vencer al terrorismo.

El general Galindo fue juzgado por la supuesta participación en hechos delictivos, pero su condena lo fue por la aceptación a ultranza de la responsabilidad de un Jefe con todas las consecuencias, aspecto que en el mundo cotidiano no se suele contemplar tanto civil como políticamente.

Por último, quiero resaltar las palabras del propio general que definió a los que se dediquen a la lucha antiterrorista:

“La lucha antiterrorista es una labor para la que no sirven más que aquellos que sepan que para el cumplimiento de su misión deben estar dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias el lema que figura en la puerta de las casas-cuartel: ‘Todo por la Patria’, y que darlo todo, en ocasiones es dar la vida; otras, interminables horas de duro servicio; y en otras no tener la comprensión de la sociedad” (General E. Rodríguez Galindo, 18.09.1995)”

Descanse en Paz y que Dios le conceda esa Paz que no le han dispensado los hombres en este mundo.

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