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Juan Francisco Martín del Castillo

El hijo de África

Serán las palabras de Rubén Darío para Pablo Iglesias o, por el contrario, para Ignacio Garriga? El nicaragüense predijo que “viene el tiempo de las grandes revoluciones, con un Mesías todo luz, todo agitación y potencia”. La prosa de Azul (1937) puede interpretarse en un sentido o en el otro, aunque lo cierto es que, al menos al de Galapagar, ya le conocemos. Y de revolución, nanay del Paraguay. Su perfil revolucionario se fue por el váter el día que, hablando de la casta, llegó a formar parte de ella, y además con orgullo y satisfacción. Habrá, entonces, que esperar a los movimientos del hispanoguineano en el escenario soberanista. Francamente, lo tiene difícil, seriamente complicado en un arco parlamentario que se ha juramentado para ni siquiera dirigirle la palabra. Lo llaman “cordón sanitario” y, en realidad, es la misma negación del diálogo democrático, tan necesario, por otra parte, en un lugar que, si algo demanda, es escuchar a todas las voces que apuestan decididamente por sacar a Cataluña del abismo. En su haber, lo que nadie ha logrado acreditar en estos últimos años. Coraje y empoderamiento, el mismo que sugiere su pertenencia étnica. Nacido en un entorno multicultural, de gran tolerancia y respeto por el otro, pero el de verdad, no el que pregonan los progres de pacotilla, puede convertirse en la llave que resuelva el nudo gordiano del procés. Ganas no le faltan y, quién sabe, si, en el futuro, el destino le tiene reservado un papel principal en el desarrollo de la España “afanosa y aspirante”, que diría Ortega y Gasset. Por ahora, le toca demostrar el carácter y la convicción. En fin, Garriga ha irrumpido con inusitada fuerza en la contienda política, sobrepasando a formaciones de solera, como Ciudadanos y el propio Partido Popular, y su propuesta, de la que apenas se sabe algo, a la espera de la confirmación definitiva en los escaños del Parlament, rompe con la imagen tradicional de la política catalana. Aunque tiene todas las de perder, su elección es un claro pulso al independentismo. Queda por ver la evolución del hijo de África en esta encrucijada. Puesto que, como alguien dijo, desde el continente negro llegará la revolución que comenzará por una de las esquinas de esta “España cadavérica y purulenta”, que también escribiera el filósofo de Madrid. Así, pues, la esquina catalana será o no será, ahí está el enigma histórico, la que dibuje la España del futuro. Quizás sea el “negro de VOX”, como le llegaron a llamar, creyendo que le insultaban, el estandarte de esa nueva España que ha de venir.

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