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Gigantes eólicos

¿Son molinos o son gigantes?

Son las dos cosas: son molinos cuyos dueños son gigantes, casi siempre alguno de los cinco grandes gigantes eléctricos (Endesa, EDP, Iberdrola, Viesgo y Naturgy).

La Ley 4/17 del Suelo y Espacios Naturales Protegidos de Canarias prohíbe, en teoría, la instalación en suelo rústico de protección agraria plantas de generación de energía; pero los pergaminos contienen algunas recetas para realizar conjuros…

O bien usar los ingredientes descritos en la disposición transitoria cuarta escogiendo los suelos recogidos antes de la medianoche del 31 de diciembre de 2018, guisados en la cocinilla municipal u olla express insular. O bien en cualquier otra categoría de suelo rústico realizar el conjuro del PII-PII ( Proyecto de interés insular) o del PIA-PIA (Proyecto de interés autonómico) con el ensalmo del carácter estratégico, el interés público o social y la evaluación ambiental. Tras el hechizo se transforman los sures y surestes de las islas orientales en un paisaje apotajado de molinos y/o empanado de fotovoltáicas.

Cuestiones tales como que se carece de planificación energética territorial insular y que siguen sin aprobarse los planes territoriales tspeciales de infraestructura, producción transporte u almacenamiento de energía eólica y fotovoltáica; o que se compite entre el uso natural del suelo agrario o el uso industrial energético, en clara desventaja del primero; o que el precio del suelo rústico resulta más barato por unas reglas de valoración que penalizaban el factor de localización; o que se contamina visualmente el inigualable paisaje árido de nuestras islas… Todo esto y más se sacrifica en el altar de una falsa sostenibilidad.

Porque la sostenibilidad o es social, económica y ambiental, o no es.

Esta sostenibilidad no es social, porque seguiremos pagando lo mismo o más por la luz, que por cierto ha subido un 70% más desde el año 1997, justo el momento en que se liberalizó el sector eléctrico, y que ha provocado unos índices de pobreza energética que afectan al 15% de la población.

Esta sostenibilidad no es económica porque el sector eléctrico, que ha estado tradicionalmente en manos de unas pocas empresas, sigue la misma tendencia oligopólica en el ámbito de las renovables. Y porque España tiene una de las regulaciones en materia de autoconsumo más restrictiva del mundo y no se hace partícipe a la ciudadanía en transición energética hacia energías limpias por impedimentos legales o económicos.

Esta sostenibilidad no es ambiental porque el paisaje es el lugar privilegiado del desarrollo sostenible, según recoge el Convenio de Florencia, y se están constituyendo servidumbres de vistas con la acumulación de molinos eólicos y plantas solares fotovoltáicas en nuestro paisaje, y constituyendo servidumbres de usos sobre nuestros recursos naturales, sin contrapartida alguna. Repetimos el error histórico de permitir que los monocultivos foráneos usen nuestra tierra, nuestro mar, nuestro sol y nuestro viento, lo que perpetuará que seamos más pobres y más dependientes.

No es casualidad que en las islas que mantienen más vivamente el paisaje como referencia indentitaria hayan surgido cuestionamientos. En Lanzarote el ayuntamiento de Tías discute el carácter estratégico de estos proyectos; en Fuerteventura, los colectivos sociales majoreros han dado la voz de alarma y políticos como Mario Cabrera e instituciones como el ayuntamiento de Puerto del Rosario piden una moratoria sobre las autorizaciones para asegurarse que esos gigantes no se transformen en hidras. Don Quijote y Sancho cabalgan de nuevo sobre los llanos majoreros.

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