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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

El único realismo

La consejera de Turismo, Yaiza Castilla, ha reconocido al final que el Gobierno central no financiará un plan de rescate para el sector turístico canario. La cosa se pone –cada vez más claramente– muy fea. También ha dicho el viceRodríguez, tal vez compensatoriamente, que la economía se empezará a animar cuando gracias a la vacunación masiva remita la pandemia, “porque se llenarán los restaurantes, y las bares y las tiendas y desaparecerán los límites horarios y de aforo”. Eso es una tontería y quizás incluso el propio consejero de Hacienda lo sepa. A lo que se refiere con su ejemplo es a una hipotética recuperación del consumo, no de la economía, y digo hipotética porque con 300.000 desempleados, vacunados o no, un tirón del consumo se antoja milagrosa. Me fascina ver en todos los bares y en todos los restaurantes los mismos rostros a las mismas horas: jubiletas, funcionarios de pulguita y barraquito, jovenes tirando del carrito del bebé, algún empleado de una inmobiliaria o un supermercado. Los mismos, día a día y hora a hora: los extras de la perfomance de la nueva normalidad. Para miles y miles de canarios que echarse un cortado se acerca a convertirse en un despilfarro.

Y ustedes dirán que vamos a hacer. Porque lo de los doce o trece millones de turistas anuales no va a volver y el turismo peninsular no cubrirá los huecos. Esto no es como aguantar el chaparrón para que escampe: todo quedará inundado y en el fondo, en el fango de las mentiras y los malabarismos políticos, yacerá cualquier posibilidad de futuro viable para nuestros hijos y nuestros nietos. Sencillamente no habrá de qué vivir. Mientras el sistema económico canario transita hacia un objetivo de reformas y diversificación que debería ser ampliamente consensuado sería imprescindible un amplísimo plan de inversiones públicas para crear empleo que se extienda durante los próximos cinco años: construcción de vivienda pública, reconstrucción agrícola y ganadera de amplias zonas en las medianías de las islas, rehabilitación de estructuras turísticas, acelerar la aportación del consumo energético de las energías limpias, gastarse dinero de verdad en la atracción de capital foráneo y en I+D+i. Para mantener ese conjunto de programas en funcionamiento durante un lustro a modo de pulmón económico y laboral serían necesarios muchos cientos de millones de euros, pero no hay otra manera de eludir un desempleo cronificado por encima del 25% de la población activa, un PIB poco más que miserable y una desigualdad desbocada con la marginación y la exclusión social enseñoreándose en todas las islas.

Si se responde que no habrá asignación económica para esta finalidad solo puede responderse que debe haberlo. ¿Por qué dudar de la buena fé del Gobierno de Ángel Víctor Torres? Aunque me cueste algún esfuerzo, no lo hago. Pero lo que propone es muy similar a que los pasajeros del dirigible Hindenburg hubieran intentado evitar la caída de la nave moviendo lánguidamente los brazos. Desde un punto de vista político lo único que cabe hacer, precisamente, es trasmitirle a Madrid que si el Estado (según la jerga habitual) no se ocupa de los problemas canarios será Canarias la que se transforme en un problema para el Estado. La única oportunidad de sobrevivir como unidad política y proyecto social que tenemos es, precisamente, el consenso de todas las fuerzas y actores (partidos, sindicatos, patronales, universidades) para exigir al Gobierno central los fondos financieros y las competencias necesarias para escapar de la catástrofe y reinventarnos prudentemente. No es lo imposible, sino la única posibilidad; no es una fantasía, sino el único realismo responsable.

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