La Provincia - Diario de Las Palmas

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Ángel Tristán Pimienta

A un panal de rica miel…

Es enternecedor el patriotismo del hormigón que ha despertado el presunto engaño del Gobierno de Sánchez al Gobierno de Torres por el pago de 400 millones del convenio de carreteras. Cierto es que Canarias tuvo que acudir a los tribunales de Justicia para reclamarlo, y que ganó, y que lo que se debe hay que pagarlo. Es de Ley. Pero CC no fía; es obvio. No he visto a ninguna oposición que se fíe del que le quitó el poder, los concursos y el Boletín Oficial de las manos.

Así que especular con que el pago en diferido es una tomadura de pelo con efecto retroactivo para escamotear la prolongación del trato… tiene su lógica. Además, nadie ha demostrado que las suposiciones deban proscribirse en el juego político. Ahora bien… ¿y cómo estaremos en 2027 o en 2030? ¿Habrá más coches o menos? Si nos dejamos llevar por los conversos al senderismo urbano, al running de acera y a la escalada de la cuesta de Escaleritas (esta, muy desaconsejable sin desfibriladores portátiles) del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria los automóviles van a ser como los cristianos en Irak.

Ya lo sé, ya lo sé, lo malo no son los coches sino el combustible que utilizan, pero hay quienes tienen atrofiado el olfato. Híbridos, eléctricos o movidos por energía solar se va a conservar una especie de medio de transporte que nació con el descubrimiento de la rueda. Es sinónimo de libertad personal. Pero, sin duda, la metroguagua, utilizada como palanca por los modernos calvinistas del cochito de San Fernando, las bicicletas, los patinetes… le están comiendo terreno a los vehículos particulares. Luego está lo del trenecito al sur. Más madera. ¿Tenemos, pues, claro y razonablemente estudiado más allá de las devociones personales el modelo de movilidad para el futuro? 2026, 2030 es el futuro.

La pregunta es: ¿el convenio de carreteras sigue teniendo la importancia que tenía antes?, ¿es realmente prioritario?, ¿todas las autovías, circunvalaciones y pedanterías que se han construido, todos esos túneles, viaductos, rotondas… no han solucionado los problemas, al menos los más acuciantes?, ¿es esa estrategia compatible con la idea misma de sostenibilidad?, ¿encaja con los objetivos del proyecto de reconstrucción post pandemia puesto en marcha por la Unión Europea? Aaaamigo.

Fiel lector de Agatha Christie desde mi más tierna infancia, o casi, hay una frase de esta prolífica escritora inglesa que debería ser de obligado cumplimiento intelectual: “Donde hay grandes sumas de dinero, es recomendable no confiar en nadie”. Por su parte Juvenal era más práctico: “El dinero huele bien venga de donde venga”.

En una conferencia que tuve el honor de dar en abril de 2014 con motivo de mi ingreso como Miembro Numerario en el Instituto de Estudios Canarios de La Laguna –en primera fila estaba el alcalde, por cierto, que me miraba fijamente sin perder ripio- les decía a los asistentes que los juicios y banquillos por las malas prácticas, por el aventurerismo y la irresponsabilidad del “a ver lo que pasa” y la filosofía de “total, a vivir que son dos días” estaba engendrando ya entonces los escándalos de un mañana. “En cinco o diez años lo verán”. Pues lo estamos viendo. Han pasado siete. Exactamente igual que mañana domingo 7 de marzo de 2021 bajo la superficie de la actualidad están ideándose los casos de corrupción que saldrán en los periódicos en 2025 o en 2030. El trapicheo nunca duerme. Es insomne por naturaleza.

Me decía hace tiempo el ya fallecido Antonio Castellano, hablando de estas cosas, que “hormigón rima con comisión”. Gran verdad, como ha podido comprobarse. Por eso los sucesos de Arona (Tenerife) podría decirse que responden al principio policial y judicial de “blanco, líquido y en botella (valen los envases de cartón) es leche”. Hay unos terrenos que antes eran suelo y ahora son solares; hay un empresario dentro del PSOE con negocios en el sector, y otros que están rondando al alcalde; hay un concejal de urbanismo, también socialista, enfrentado a muerte (política, se entiende) con el primer edil por sus “intolerables injerencias”… Ingredientes básicos tradicionales para que alguien acabe mal.

Ángel Víctor Torres se lo huele. Él fue alcalde, y un buen alcalde, de Arucas, y conserva el olfato. Sabe que más pronto o más tarde estallará y que más vale actuar a tiempo. Es verdad que la decisión de expulsar al alcalde Mena y a su grupo de adeptos significa perder la mayoría absoluta, aunque también es como se dice en el fútbol un golpe de autoridad. E implica de camino evitar que siga creciendo y rodando cuesta abajo la bola de nieve (aunque sea en el caluroso sur tinerfeño) y acabe con daños mayores.

Esta idea de que lo que no se ve no existe y “a lo mejor no me trincan” es un peligro; y a mayores una equivocación mortal. Como demuestra otra vez este nuevo episodio aronero (el ex alcalde nacionalista González Reverón ya fue condenado por prevaricación y varios funcionarios y concejales a penas de prisión por cohecho) todo termina por salir a la luz, como los chanchullos del ex rey Juan Carlos. A unos la verdad les hace libres, como decía San Juan, y a otros lo contrario. ¡Si hasta los obispos hacen trampas para vacunarse!

Por eso hay que estar atentos. Los miles y miles de millones a punto de llegar a la mayor parte de los 27 me recuerdan una poesía que es de aplicación para prevenir ambiciones: “…A un panal de rica miel, diez mil moscas acudieron, que por golosas murieron, presas de patas en él…”

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