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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Sexta Flota

La Sexta Flota de los Estados Unidos a millas de La Graciosa tiene un significado distinto en época de pandemia y destrucción económica. Las maniobras del coloso Eisenhower con la Marina Real y las Fuerzas Aéreas Reales de Marruecos bajo las incertidumbres covidianas debilitan la oposición al proceder del añejo imperialismo yanqui, y edulcoran las ambiciones alauitas sobre los terrenos ocupados del Sáhara. Bajada de escalones porque Canarias, más que nunca, está aislada y desamparada en sus elucubraciones sobre qué le depara el futuro en su cero turístico, y se asemeja cada vez más a la balsa de piedra de Saramago a la deriva. Pero en esto llegó el contraalmirante Robertson y mandó a parar. ¡Qué pena no ser Rota! Un Puerto de La Luz avituallando a los fornidos muchachos de la potencia, llenando sus bodegas y barrigas hasta decir basta, reparando las piezas de sus motores, cerrando terrazas (no interiores), agotando las existencias textiles, haciendo acopio de comestibles... El amigo que ha puesto en jaque la memoria de unas Islas que votaron en contra la OTAN sigue adelante, sin rubor ni complejos, aquilatando su visión geoestratégica de cómo salir del hundimiento. Sin ir más lejos, explica, ya Miguel Primo de Rivera, el dictador, se alteró lo suyo al ver que en Gran Canaria había más banderas británicas que españolas ondeando. Se interrogó (y preguntó) por aquel colonialismo que sacó lustre a una economía lastrada, aunque a buen entendedor pocas palabras bastan: el territorio insular vivía un momento de bonanza gracias al negoció portuario de los ingleses, que conocedores de la orfandad canarias frente a la metrópoli se emplearon en urbanizar la capital y poner bombillos en las calles. Con la Sexta Flota a un tiro de una escopeta de balines y con los apartamentos y hoteles habitados por fantasmas, cunde el deseo del recoger la migajas de esa amistad -”200 años de una asociación duradera”- entre Marruecos y Biden, que, por lo pronto, se apunta a una demostración de fuerza frente al Sáhara. Una ambición por integrarse en el plancton americoalauita que ya mostró en su momento la Cámara de Comercio, con su idea de una alianza con EEUU para ampliar negocios, pero también con el objetivo -confidencial- de frenar el yihadismo y mantener vigilada la plaza del Sáhara, irrenunciable para Mohamed VI. Quizás haya que revisitar la propuesta dado el alcance del pozo negro en el que estamos inmersos.

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