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Elizabeth López Caballero

el lápiz de la luna

Elizabeth López Caballero

Amante bandido

Estoy muy a favor de que cada cual experimente y viva su sexualidad como le dé la gana. Faltaría más. Liberarnos de los tabúes con los que crecemos que hacen que, en ocasiones, vivamos esa parte humana con sentimiento de culpa o recelo es imprescindible para una buena higiene emocional. Igualmente estoy de acuerdo con usar aplicaciones de citas para mantener relaciones sexuales con quien sea y que no tenga que haber ningún vínculo emocional que les una más allá del puro e instintivo placer físico. Hasta aquí parece que todo tiene sentido. No obstante, no podemos olvidarnos de que, como en todos los contextos de nuestra vida, detrás de esas aplicaciones también hay mucho depredador –y depredadora, lo sé– suelto. Que quizá sus intereses vayan más allá de los de un par de polvos. El pasado fin de semana me despertaba con una noticia en este periódico sobre un tipo apodado amante bandido, que quedaba con sus víctimas a través de TVchat.es, y que una vez en casa de la presa, las drogaba para robarles. Entonces ahí fue cuando me lo replanteé todo. A ver: sí a revolcarnos con quien nos dé la gana; sí a contactar con esa persona a través de internet; sí a que solo sea sexo sin compromiso. Pero ¿llevártelo a tu casa? ¿Estamos locos o qué? No sé, llámenme “viejuna” pero llevarte a alguien (chico o chica) a tu casa sin saber de qué pata cojea me parece un poco arriesgado por muchas ganas o necesidad que se tenga de sexo. ¿Y si se apalanca allí y no hay quien lo saque? ¿Y si es un delincuente y acabas involucrada en sus fechorías? ¿Y si es un asesino y te abre en canal cual caballa fresca? Dentro de lo malo, el susodicho los drogaba para arrebatarles todo lo de valor pero los dejaba con vida. Eso sí, con vida y sin orgasmo porque los narcotizaba antes de intimar. Soy consciente de que cada cual tiene una escala de prioridades diferentes y que para unos lo primero es el trabajo o la familia o el dinero y para otros la fama o el sexo, y está bien. Pero quizá la seguridad debería ser primordial ¿no? Tal vez un término medio: un hotelito barato o un hostal que se alquile por horas, total, si va a ser un entrar y salir, literal. El otro día me decía una amiga que la gente se siente muy sola. Que esta pandemia nos ha agudizado el sentimiento de soledad. Que la gente necesita piel. Necesita contacto. Y no lo pongo en duda. Es más, creo que necesitamos piel y contacto con el otro haya o no pandemia, pero soy de las que piensa que es bueno anteponernos, sobre todo ante lo desconocido. Por suerte el amante bandido ya está entre rejas. Sin embargo, como diría el viejo sargento de Canción triste de Hill Street, tengan cuidado ahí afuera.

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