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Manuel Ángel Santana Turégano

El papel lo aguanta todo, Internet todo multiplicado por mil

En la reciente presentación de la actualización del Plan de Infraestructuras Turísticas de Canarias se anunció que la consejería había creado una app mediante la cual cualquier ciudadano puede, y cito textualmente: “acceder a un listado con todas las infraestructuras, conocer los datos de su ficha, realizar búsquedas concretas, valorar las obras y también acceder a ellas a través de Google Maps o visualizarlas sobre Google Street View desde la posición donde la obra está ubicada”. Tras descargarme la aplicación no he logrado que esta pase de un estado en que dice “descargando infraestructuras”, sin que nada más suceda en la pantalla de mi teléfono inteligente, aunque es posible que se deba a las carencias del dispositivo que utilizo, o a mi falta de conocimientos en telecomunicaciones o informática. En cualquier caso, y a la espera de que algún día se acaben de descargar los datos y pueda utilizar la aplicación, analizaré desde mi propia área de conocimiento lo que este tipo de herramientas significan en la sociedad y la política de las sociedades contemporáneas.

La política tiene que ver con la toma de decisiones en un ámbito determinado, por eso se habla de “política de empresa” o de “política exterior”. Existen distintos mecanismos de toma de decisiones, que se relacionan con el tipo de régimen político y el tipo de decisiones a tomar, y este es el primer punto a aclarar. En la toma de decisiones sobre un Plan de Infraestructuras Turísticas los agentes que suelen intervenir son más del sector de la construcción que del sector que habitualmente suele considerarse “turístico”. Es decir, un plan de infraestructuras turísticas tiene que ver con cuestiones como si se decide peatonalizar una calle, construir y/o reformar paseos marítimos, dar ayuda para la rehabilitación de complejos turísticos y/o construir infraestructuras para que los turistas accedan a los puntos que resulten de su interés. Los mismos profesionales, como arquitectos o ingenieros, que diseñan las reformas de nuestras ciudades, y las mismas empresas (constructoras) que acometen obras como el cierre del anillo insular en Tenerife, la carretera de La Aldea en Gran Canaria, o la central Chira- Soria son quienes, potencialmente, podrían participar en un plan de infraestructuras turísticas.

Una vez aclarado el ámbito de decisiones sobre el que incide una política, la siguiente cuestión es la de determinar cuál es el tipo de mecanismos mediante los cuales se establece una política. Desde que vivimos en democracia en Canarias se consolidó un mecanismo de toma de decisiones a partir de las siguientes premisas. En primer lugar, las decisiones últimas las toman los políticos, que han sido elegidos mediante un sistema democrático. Los canarios eligen democráticamente a sus políticos, que deciden qué obras llevar a cabo y cómo. En segundo lugar, existen períodos de exposición pública en que el ciudadano común puede expresar su opinión sobre la obra que se pretende acometer, y señalar cosas que a los políticos, y a los técnicos, que son quienes realizan los proyectos, se les puedan haber pasado por alto.

Se nos dice ahora que el Pitcan es un ejercicio de transparencia hacia la ciudadanía porque cualquiera puede descargarse una app y valorar las obras. ¿Es así? Lo primero que hay que tener claro es que el tipo de decisiones que se han tomado es, primero, si se arregla el paseo de Puerto del Carmen, se convierte la GC-500 en una avenida y/o se arregla un paseo marítimo en Los Cristianos. Y, segundo, a qué empresa o empresas, y mediante qué mecanismos, se adjudican las obras. Hecha éstas aclaraciones resulta obvio que lo necesitaríamos saber para juzgar la “calidad democrática” del Pitcan no es ver las obras en Google Maps. Sino, en primer lugar, saber, por ejemplo, mediante qué mecanismos se ha consultado a los comerciantes, residentes, hoteleros y operadores turísticos de, por seguir con los ejemplos anteriores, Tías, San Bartolomé de Tirajana o Arona. Y, en segundo lugar, saber cuáles han sido los procesos mediante los cuales se han adjudicado las obras a unas empresas u otras.

Los procesos por los que se adjudican las obras a unas empresas u otras, y mediante los que los ciudadanos pueden participar en la elaboración de políticas públicas como el Pitcan son, hasta donde me consta, los mismos que se venían usando habitualmente. Decir que ahora pueden verse los resultados en una herramienta inteligente no introduce novedades en cómo se llegó a éstos. Sin descubrir el mediterráneo, una novedad hubiera sido adjudicar los fondos del Pitcan mediante presupuestos participativos. Unos procesos que se vienen haciendo hace bastante tiempo en bastantes lugares y que no, no consisten en que las empresas constructoras participen en la gestión del presupuesto público, ni en cómo repartirse las distintas obras entre ellas.

Antiguamente se decía que el papel lo aguantaba todo. Internet aguanta mucho más. De izquierdas a derechas, desde los ayuntamientos hasta la Administración General del Estado, parece que se está consolidando un estilo de hacer política en que importa más lo que dices que haces que lo que efectivamente haces. Que las obras de un plan de infraestructuras públicas canarias estén en Google Maps o Google StreetView no convierte a una política elaborada mediante canales tradicionales en una política más participativa. Lo que implica tan sólo es que una compañía privada (Google) pueda almacenar datos de obras públicas, no una solución “inteligente” a la toma de decisiones públicas. En un tiempo en que nos han dicho que tenemos que confiar nuestra inteligencia (smartness) a la tecnología parece que el que creamos en la Inteligencia Artificial implica abdicar de nuestra capacidad de pensar. Y no: basta aplicar una mínima inteligencia para saber que no se encamina hacia la democracia una política que nos pida que abdiquemos de la capacidad de pensar. Claro que, si el papel lo aguantaba todo, Internet aguanta todo multiplicado por mil.

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