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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Ser joven ya es ser viejo

La primera generación que pudo ser joven se ha hecho vieja y se nota en su manera joven de percibir la vejez. Una vez se es joven, se es joven siempre, parecen decir los baby boomers. Se entiende por ser jóvenes que no les apremiaron en la salida de la adolescencia (permítase la generalización generacional) ni el hambre ni la guerra, que han perseguido a la humanidad desde su inicio. Estas dos fueron las claves del nacimiento de la juventud, de ahí el revolvimiento anticonsumista con que afrontó la mayor prosperidad económica y su rebeldía antibelicista.

Dos síntomas de hoy: el título de las memorias del arquitecto Oscar Tusquets, Vivir no es tan divertido y envejecer, un coñazo, que cascarrabia a los 79 y la resistencia de Un instante eterno. Filosofía de la longevidad, del pensador francés Pascal Brukner, 72 años, que deja la vejez para los últimos días.

Súmele la defensa contra el discurso edadista, que la Organización Mundial de la Salud define como “los estereotipos, los prejuicios y la discriminación contra las personas debido a su edad” y la situación a vida o muerte que ha traído la pandemia de un virus que mata ancianos a través de jóvenes asintomáticos, por decirlo con estridencia.

En el discurso del reproche a las minorías que no aceptan embridar las ganas hay quienes se han oído raros diciendo “jóvenes”, como hacían sus padres, porque sentían que su manera de estar en el tiempo seguía siendo juvenil, no porque haya quedado en un tiempo remoto esa edad, como les había pasado a sus progenitores. “A mí me vas a decir, niñato, cómo es ser joven, que llevo toda la vida siéndolo”.

La tendencia del siglo XXI, que desplaza a caderazos a las personas del XX, es la entronización de la pubertad, a la que adulan la publicidad, los influencers, las redes sociales y las cadenas, una edad que precisa de mucha aprobación y aun así sufre las interferencias hormonales incontenibles. La identidad, el debate de estas dos décadas es un problema para quien aún no sabe quién es. Así que ser joven, hoy ya es ser viejo.

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