La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Rosa Paz

entre líneas

Rosa Paz

Ayuso desdibuja a Vox y eclipsa a Casado

Se lo digo mirándole a los ojos: el 4 de mayo nos vemos en las urnas”. Son palabras pronunciadas por la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso el pasado lunes. Y no, no se las dijo al candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, con quien parecía dispuesta a polarizar la campaña, ni menos aún al “soso, serio y formal”, como él mismo se define, candidato socialista, Ángel Gabilondo. La retadora frase iba dirigida al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. No es que a la aspirante del PP a seguir en la presidencia de la Comunidad de Madrid se le hayan quedado pequeños sus rivales en las urnas, que a lo mejor ella lo piensa, es que su estrategia va dirigida a confrontar directamente con el jefe del Ejecutivo español, en un intento de aglutinar en torno a su persona todos los votos de la derecha anti-Sánchez, que en Madrid es abundante, incluidos los votantes huérfanos de Ciudadanos, algunos de los cuales podrían tener la tentación de votar a un socialista moderado como Gabilondo. El plan de Ayuso puede tener dos víctimas colaterales: Vox, que se desdibuja, y Pablo Casado, cuyo liderazgo en el PP podría quedar eclipsado si ella consigue sus metas. Aunque quizás opacar a Casado –o sustituirlo– sea también su objetivo.

El planteamiento de Ayuso sería inteligente si obtuviera la mayoría absoluta en las elecciones de mayo. Pero ese es un propósito que parece aún difícil de alcanzar y, sin embargo, su plan electoral puede tener efectos perjudiciales incluso para sus propios intereses, porque si su tirón es muy grande podría absorber tanto voto conservador que podría quedarse sin parejas de baile para la coalición. El último estudio electoral del CIS deja a Ciudadanos fuera de la Asamblea madrileña, porque no alcanza el 5% de los votos exigido legalmente para tener representación parlamentaria, y otorga a Vox solo el 5,4%, rozando el listón y muy lejos del 8,85% que obtuvo en las autonómicas de 2019 y más aún del 16,64% que consiguió en este territorio Santiago Abascal en las generales de noviembre del mismo año. 

En lo que coinciden todos los sondeos es en que Ayuso será con diferencia la más votada, pero si se diera la carambola de que no pudiera gobernar por incomparecencia de los otros partidos de la derecha, la trumpista presidenta de Madrid podría morir de éxito y quedar relegada a la oposición. Su apuesta es muy arriesgada y ahora sus asesores se plantean si bajar el tono para dar cancha a Vox o seguir a tope en esa competición directa con Sánchez, que durante la pandemia le ha permitido pasar de ser una política casi desconocida hace dos años a convertirse en un referente de la derecha, no solo de la madrileña. Una estrategia en la que, por cierto, ha contado con el apoyo de Casado, tal vez inconsciente del riesgo que corre.

Ayuso personaliza mejor que Casado el sueño de José María Aznar de volver a aunar en el PP a todo lo que está a la derecha del PSOE, por eso parece contar más con el favor del expresidente que el líder del PP. La presidenta madrileña no le hace ascos al discurso de la ultraderecha, buena parte del cual asume: “Cuando te llaman fascista, es que estás en el lado bueno”, dijo. Así que ahora Ayuso –y el propio PP– se debaten entre si la mejor estrategia es absorber a Vox, por la vía de arrebatarle sus votantes, o blanquearlo, por la vía de incorporarlo a un Gobierno de coalición. 

De hecho, el blanqueo político de la ultraderecha española empezó con la aceptación de su apoyo para constituir el Gobierno andaluz en 2018, siguió con la foto de Colón en febrero de 2019 y se remató con los pactos para constituir los gobiernos autonómicos de Murcia y Madrid. Ahora solo falta darle responsabilidad institucional directa. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los países europeos, aquí el PP no ha hecho nunca una barrera sanitaria para aislar a la extrema derecha, que considera cuña de su misma madera, y en Madrid, sin duda, está dispuesto a gobernar con ella. Ese sería el fin del viaje al centro de Casado, lo que lastraría su intento de alcanzar la Moncloa. Un triunfo de Ayuso podría suponer también el fin de su etapa al frente del partido. Porque la ambición de la presidenta de Madrid no acaba en el perímetro de la comunidad autónoma.

Compartir el artículo

stats