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Humberto Hernández

Observatorio

Humberto Hernández

Sobre el español de Canarias: un decálogo

A pesar de los años de autonomía transcurridos y del reconocimiento institucional de las singularidades geopolíticas y culturales del Archipiélago, no parece que los canarios poseamos un buen conocimiento sobre muchos aspectos con los que deberíamos estar más que familiarizados. Mucho ha tardado el sistema educativo en incorporar e integrar adecuadamente los denominados contenidos canarios en los currículos de las distintas etapas de la educación, y este déficit es bien patente cuando comprobamos las muchas dudas que se plantean sobre cuestiones que nos tocan muy de cerca, como el modo de afrontar la enseñanza de la Lengua y la Literatura en nuestras aulas, cuestiones metodológicas que no están exentas de este tradicional descuido. Este decálogo pretende cubrir algunas lagunas en lo relativo al conocimiento reflexivo de nuestra modalidad lingüística y de sus más relevantes manifestaciones literarias.

1. El español de Canarias es un dialecto del español. Las dudas acerca del estatus y la naturaleza de la modalidad lingüística canaria son recurrentes: ¿es el canario una lengua o un dialecto?; y, si es un dialecto, ¿es nuestra modalidad lingüística una variedad espuria del español? Rotundamente, el canario es un dialecto del español que, junto con el mexicano, el caribeño, el andino, el chileno, el austral, el castellano y el andaluz conforman la lengua española. Bien es verdad que los muchos significados con que se ha utilizado la voz dialecto han contribuido a la confusión; el propio diccionario académico la registra, sin ninguna aclaración, en la primera de sus acepciones, con la obsoleta e impropia definición de “Variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua”, muy alejada de la moderna concepción según la cual un dialecto es la modalidad que adopta una lengua en un determinado territorio, como sí definen otros diccionarios, como el Diccionario Clave o el Diccionario del español actual de Manuel Seco (dir); de modo que todos los hispanohablantes somos usuarios de alguno de los dialectos del español. Por supuesto, no es el canario una lengua, como sí lo son el gallego el catalán y el eusquera, las otras lenguas de España.

2. El español de Canarias posee total reconocimiento institucional. Como tal dialecto, el español de Canarias posee todos los reconocimientos sociales y lingüísticos, como el que les otorga a todos ellos la propia Constitución Española, que en su artículo 3.3. afirma lo siguiente: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”. Y, de modo más particular, el recién reformado Estatuto de Autonomía de Canarias (Ley Orgánica 1/2018, de 5 de noviembre, BOE de 6-11-2018), le reconoce este carácter de bien patrimonial (art. 137.1) y asigna a los poderes públicos el principio rector de asumir “la defensa, promoción y estudio del español de Canarias, como variedad lingüística del español atlántico” (art. 37.7). En la misma línea, la Ley 13/2014, de 26 de diciembre, de Radio y Televisión Públicas de la Comunidad Autónoma de Canarias (BOE de 26-2-2015), establece, entre otros principios, que la Radio Televisión Canaria habrá de “Promover el reconocimiento y el uso de la modalidad lingüística del español hablado en Canarias” (art.3.2.r). La Academia Canaria de la Lengua, como institución creada por el Parlamento de Canarias para estos fines específicos, hace suyos estos preceptos legales y asume el compromiso de protegerlo y estudiarlo, así como el de contribuir a su promoción y a su normalización.

3. El español de Canarias presenta características propias en todos los niveles lingüísticos. El reconocimiento del español de Canarias como uno de los principales dialectos que constituyen la lengua española obedece a argumentos de rigurosa índole filológica, pues presenta características propias en todos los niveles de la lengua; así, en el plano fónico, son peculiaridades del español de Canarias el seseo, la aspiración de las eses finales de sílaba o la articulación suave de los fonemas velares, entre otras; en el plano gramatical, la ausencia casi generalizada del pronombre vosotros y las consecuencias que en las desinencias verbales arrastra esta ausencia; y, en el léxico, la presencia de un buen número de voces específicas -los canarismos- procedentes de la lengua aborigen (perenquén, gofio, tafor o goro), del portugués (magua, millo, petudo o fañoso), del español de América (guagua, guataca, machango o guanajo), de la modalidad andaluza (cigarrón o embelesarse) y de otras procedencias (majalulo o queque) que lo caracterizan, al tiempo que, sin excluir las voces generales, enriquecen el enorme caudal léxico del español.

4. El canario, como todos los dialectos, se encuentra perfectamente integrado en el español. Siendo el canario, como es, una modalidad dialectal, se encuentra, igual que el resto de los dialectos, perfectamente integrado en la lengua española, de la que forma parte como uno de sus constituyentes, pues del español son sus sistemas fonológico, gramatical y léxico. Quiere esto decir que, si bien reconocemos como canarismos las voces particulares a las que antes aludíamos y otras muchas más (gaveta, miñoca, desinquieto, alongarse o folelé), no son menos nuestras todas las palabras del español general que utilizamos normalmente (isla, madre, desconsuelo, libro o amor). El español de Canarias es, pues, una modalidad del español en el que se refleja parte de nuestra historia y de nuestra cultura.

5. El español de Canarias no es un castellano mal hablado. Está algo extendida la creencia de que nuestra modalidad lingüística no es otra cosa que un español mal hablado, en tanto que se aleja, en ciertos aspectos del tradicionalmente considerado prototipo que ha sido la modalidad del español hablado en el centro-norte peninsular o modalidad castellana. Nada más lejos de la realidad: el español castellano es una modalidad más del español con sus propias características. En este sentido, desde la perspectiva didáctica, hemos de reconocer el error metodológico, que es la causa de esta desviada percepción, de haber importado aquella norma septentrional o castellana a nuestra lingüística realidad meridional o atlántica.

6. No tenemos por qué renegar de las peculiaridades lingüísticas que nos caracterizan. Así, fenómenos como el seseo, la aspiración de eses finales de sílaba, la ausencia casi generalizada del pronombre vosotros, la particular formación del diminutivo o la presencia de guanchismos, portuguesismos y americanismos no son rasgos que debamos corregir, ni de los que nos tengamos que avergonzar, sino que hemos de utilizar con toda naturalidad, conscientes, eso sí, de que hay otras modalidades que tienen sus propias particularidades, que también hemos de respetar y valorar, así como la obligación de conocer la existencia de una norma superior: la “supernorma”, como la denomina Manuel Seco, representada, por lo general, en la lengua culta escrita, pues es esta la que garantiza la unidad de la lengua y la que permite la integración sin estridencias del dialecto en la totalidad que reconocemos como lengua española.

7. El español de Canarias es tan buen español como el de cualquiera otra de las modalidades. Creer que usamos mal el español es una percepción subjetiva, y la mejor manera para corroborar esta circunstancia es comprobar cuál es la valoración que hacen de la nuestra los hablantes de otras modalidades (“Era fino de gustos y maneras con la dicción dulce de los canarios”, describe García Márquez con estas palabras a un personaje de una de sus novelas). Otra cosa es que lo hagamos mal por desidia, por ignorancia o por rechazo injustificado de las normas general y dialectal, garantías de la perfecta intercomunicación entre las diferentes modalidades. Es verdad que debemos esforzarnos por liberarnos de ciertos complejos que, en buena medida, son debidos a la presencia mayoritaria en las Islas de la norma castellana que utilizan los medios de comunicación nacionales. Coexistencia de normas que debiendo ser, en principio, enriquecedora, se vuelve en una indeseada interferencia, con frecuencia insoslayable, por el superior prestigio y consideración que históricamente se le ha otorgado a la modalidad castellana, prestigio y consideración reforzada a veces por la propia Administración, incluso, en épocas pasadas, por el mismo sistema educativo.

8. Es necesario un mayor compromiso institucional en relación con la enseñanza de la lengua y la literatura en Canarias. La Administración en general y, en particular, la educativa, debe velar por que en nuestras aulas se le conceda a la enseñanza de la lengua la importancia que merece, promoviendo entre los docentes un compromiso de transversalidad (el de que todos somos profesores de lengua) y tomando siempre como punto de partida nuestra propia modalidad canaria, e incorporarla, además, a los libros de texto. A partir de ella, se irá ampliando la competencia lingüística de los alumnos en todos los niveles de la lengua, y se les irá adiestrando en su uso adecuado en las diferentes situaciones comunicativas.

9. Es preciso integrar en los diseños curriculares, de una vez por todas, la producción literaria canaria. Una forma de acercar los buenos modelos lingüísticos canarios al aula consiste en incorporar la producción literaria de nuestros escritores en el currículo general de la programación de Lengua y Literatura, áreas que, a nuestro juicio, no deberían presentarse separadamente en los niveles básicos de la enseñanza. Esta propuesta no se formula en la línea de tener que sobrevalorar lo propio por defender nuestra identidad, pues no es necesario trampear con los indiscutibles criterios estéticos y literarios que han de prevalecer en cualquier selección de lecturas y de contenidos para situar a nuestros autores, de ayer y de hoy, en la historia general de la literatura, y no relegarlos a apéndices, anexos o adendas, como hasta ahora, en el mejor de los casos, ha ocurrido, si no es que han sido excluidos injustificadamente.

10. Procede llevar al aula los medios de comunicación canarios y reforzar la oralidad. Del mismo modo, sería conveniente acercar al aula la realidad de nuestros medios de comunicación, los escritos y los audiovisuales: analizarlos críticamente y extraer las oportunas conclusiones, pues en buena medida son ellos una fuerza de cohesión importante en la normalización del dialecto. Es preciso, así mismo, reforzar la oralidad, es sin duda en este canal de comunicación donde se aprecia una de las deficiencias más generalizadas y reconocidas en la expresión de los hablantes canarios.

Hay otros recursos que pueden encontrarse en la página web de la Academia Canaria de la Lengua, institución que siempre estará dispuesta a colaborar con los fines de contribuir a la formación de nuestros jóvenes ciudadanos y de todos los que entiendan, como nosotros, que vale la pena esforzarse por proteger y promover la modalidad lingüística canaria y su expresión literaria como compromiso en defensa de uno de nuestros principales patrimonios y como el mejor modo de acceder a otros ámbitos culturales que, al final, contribuyan a reforzar nuestra identidad, que no por ser propia habrá de ser menos universalista.

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