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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + CON LA HISTORIA

Xavier Carmaniu Mainadé

Potosí, de las minas a Cervantes

Todas las lenguas tienen expresiones populares que esconden interesantes episodios de la historia y son muy útiles a  la hora de ilustrar una época.

En el marco de los actos vinculados a la cumbre iberoamericana que se celebra esta semana en Andorra, hoy tiene lugar la segunda sesión del encuentro empresarial. El buen funcionamiento de la economía es vital para el futuro de América Latina marcada por dos condicionantes: el coronavirus y la sostenibilidad. Un doble reto para unos territorios llenos de riquezas de los que se ha beneficiado Europa desde que Colón y otros colonizadores pusieron los pies en el Nuevo Mundo. A pesar de los siglos, el vocabulario cotidiano sigue dando algunas pistas de aquella relación extractiva. ¿Quién no ha exclamado alguna vez “esto vale un potosí”?

El Potosí llegó a ser el yacimiento de plata más grande del mundo. Aunque ahora forma parte de Bolivia, cuando se descubrió, en 1545, esa zona se ubicaba dentro de lo que la administración colonial había bautizado como el Alto Perú. Enseguida que se confirmó el hallazgo, se fundó la Villa Imperial de Potosí para gestionar los envíos de plata hacia la Península Ibérica; donde servía para pagar las deudas de la corona española.

Aunque se trata de fenómenos situados en épocas y en lugares muy diferentes, para entender lo que se vivió allí se puede recurrir al imaginario colectivo de las viejas películas del far west que retratan la fiebre del oro, porque Potosí fue un imán para todo tipo de personas que soñaban con hacer fortuna. Algunas fuentes apuntan que, en pocas décadas, el asentamiento urbano creado de la nada llegó a tener 160.000 habitantes, en una mezcla de locales y colonos europeos de todas las nacionalidades.

El dinero corría sin freno. Se construyeron iglesias, teatros, cabarets, prostíbulos... porque había gente que podía permitirse todos los lujos que le vinieran en gana. Pero también había una cara oscura y cruel: la explotación de los indígenas, que eran obligados a trabajar en el interior de las minas hasta 16 horas diarias en unas condiciones tan duras que unas 15.000 personas habían perdido la vida en 1625. La mortalidad fue tan grande que faltaba la mano de obra. Entonces se solicitó un permiso a la corona para importar esclavos africanos. Según los cálculos fueron unos 30.000, a razón de unos 2.000 cada año.

Durante la segunda mitad del siglo XVII la producción de plata fue bajando. Y sin ese preciado material se acabaron la abundancia y la opulencia. Potosí ya no tenía interés para los cazafortunas. Además, en 1719, una epidemia de tifus acabó con la vida de 20.000 personas. Todo ello hizo que el lugar fuera perdiendo población a la misma velocidad que la había ganado, y al comenzar el siglo XIX solo había 21.000 habitantes.

Durante los años de bonanza, el Potosí no solo proveía de plata sino también de historias y aventuras fantásticas, que llegaban a oídos de los que vivían en la península ibérica. Poco a poco quedó como un lugar mitificado. Justo en el momento de mayor auge, Miguel de Cervantes daba vida a Don Quijote. En uno de los pasajes de la segunda parte de sus aventuras, publicadas en 1615, para dar a entender que una acción valía mucho dinero, escribe: “Si yo te hubiera de pagar, Sancho –respondió don Quijote–, conforme lo que merece la grandeza y calidad de este remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte”. No es la única obra cervantina en que aparece el lugar americano. En la comedia teatral La entretenida uno de los personajes exclama: “Espero un Potosí de barras y dinero”.

Tras Cervantes, otros autores también mencionaron las minas auríferas. Así, aquella expresión posiblemente de raíz popular perduró a lo largo de los siglos. Es posible que los referentes de nuestro imaginario colectivo sean otros, condicionados por elementos más contemporáneos como el cine o la cultura pop. Ahora bien, el Potosí no ha desaparecido. A pesar de que los colonos la exprimieron tanto como pudieron, continuó siendo una zona minera de referencia en Sudamérica. Actualmente de allí se extraen zinc y estaño y los mineros siguen teniendo que trabajar en unas condiciones durísimas.

Degradación

Patrimonio de la Humanidad por la Unesco

Potosí fue el primer lugar de Bolivia en ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Se quiso poner en valor su arquitectura barroca, considerada única en América. Recientemente, sin embargo, las autoridades internacionales del patrimonio han advertido del peligro de degradación de la parte antigua de la localidad por culpa de la expansión minera.

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