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Manolo Ojeda

CARTAS A GREGORIO

Manolo Ojeda

Cuando el remedio es peor que la enfermedad

Querido amigo, antes de tener que echar a un hijo de casa porque se droga y te roba para comprar cocaína, es preferible comprársela tú mismo. Al menos tendrás un producto que no esté adulterado o contaminado con cualquier mierda.

Evitarás también que tu hijo esté bajo la influencia, la explotación y el control de unos delincuentes que viven de vender droga.

Nunca había pensado que podría estar a favor de legalizar las drogas, pero creo que, en la mayoría de los casos, facilitarlas es mejor que prohibirlas, porque el remedio es peor que la enfermedad.

Dicen que grupos como The Rolling Stones, los famosos músicos británicos, han sido siempre adictos, pero que consumen solamente productos de primera calidad, y que incluso llegan a hacerse transfusiones frecuentes para renovar la sangre.

Lo que no podemos es ignorar el infierno por el que están pasando muchas familias por tener en casa a una persona con una adicción que no pueden ni saben tratar.

Hay quien dice no estar dispuesto a que un drogadicto sea tratado a cuenta de dinero público, y el que esté enganchado a un estupefaciente que se rehabilite por si mismo o que se muera. Pero, para bien o para mal, vivimos en una sociedad donde estamos obligados a compartir lo bueno y lo malo.

Por las mismas razones tenemos que afrontar los gastos de llevar el servicio de agua o de luz a un barrio de las afueras, lo mismo que pasa con cualquier servicio básico, lo necesite o no lo necesite cada cual según sean sus circunstancias.

Si cada uno se limitara a participar solo en lo que le afecta, ya me dirás cómo le explicas a un ciego que tiene que compartir los gastos de mantenimiento del alumbrado público, por poner un ejemplo, o a un residente temporal que pague la tasa de recogida de basura, aunque no esté en su casa sino un par de semanas al año.

Lo mismo pasa con enfermedades como la adicción al tabaco, al alcohol o las drogas que son también producto de una sociedad que provoca estrés y ansiedad, y que no distingue entre niños, jóvenes o mayores con tal de crear un mercado de dependencia que los que se encargan de nuestra seguridad no pueden ni quieren afrontar.

No sé si habrás visto una película franco-canadiense titulada “Las invasiones bárbaras”. Trata de un grupo de profesores donde uno de ellos, con un cáncer avanzado, se sirve de una amiga de su hijo para que le proporcione droga suficiente y encontrar un momento de paz mientras acepta la realidad de su inminente muerte rodeado de sus amigos, su exmujer, sus examantes y su hijo, que comparten con él sus últimos momentos.

Puede ser triste, Gregorio, pero cuando la situación y las dificultades se vuelven insoportables, es preferible pensar en una solución viable, aunque sea muy dolorosa.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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