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Luis M. Alonso

Sol y sombra

Luis M. Alonso

Esquizofrenia electoral

La campaña electoral de Madrid ha traspasado el umbral de lo estrambótico para situarse en la cochambre más absoluta. De la burda utilización de la pandemia y los viajes orgiásticos de los franceses, la izquierda ha pasado de forma desesperada a esgrimir la amenaza como primer cálculo electoral. Por un lado, las cartas con balas; por otro, la navaja de un esquizofrénico. Con las coordenadas mentales tan subdesarrolladas y la podredumbre de la nostalgia en el aire, es posible que no entre todavía en los planes incendiar el Reichstag para luego manipular a la opinión pública en su favor, pero sí puede reproducirse una sesión de petardos en la estación de Atocha. La ocasión la pintan calva para recordar aquella frase que se le escapó a Zapatero en presencia del otro Gabilondo, refiriéndose a los sondeos electorales de 2008: “Nos conviene que haya tensión”.

Parece ser que la ministra Maroto ya había recibido otras amenazas del firmante demente del arma blanca; sin embargo, no se consideró oportuno hasta ahora hacerlas públicas. A la candidata de Vox, que también busca rehacerse en este río revuelto, no tendría que haberle costado condenar la supuesta carta a Pablo Iglesias con las balas. El problema es que no se lo creyó y quiso sacar rentabilidad de su escepticismo. No hay que olvidar que la amenaza la recibe el mismo que viste, calza y pasea un moño de la famosa tarjeta telefónica de Dina. No es por disculpar a Monasterio, pero después de tanta mentira cuesta creer a este sujeto.

Vox había mantenido últimamente un perfil bajo, hasta darse cuenta de que los votos se le escapaban en Madrid debido a la popularidad de Ayuso. Pero también Gabilondo dijo inicialmente que él no pactaría con los extremistas de Podemos. Todas estas cosas hay que pesarlas en una misma balanza cuando se invocan los valores democráticos y en realidad de lo que se trata es de una simple y abusiva especulación electoral.

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