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Xavier Carmaniu Mainadé

El largo camino de la libertad de prensa

AliAun consternados por el asesinato de los periodistas David Beriain y Roberto Fraile, hoy se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Desde hace 30 años, la Unesco dedica el 3

de mayo a recordar la importancia de defender este derecho básico. Vale la pena detenerse a pensar en los hechos para tomar conciencia. En el mundo hay personas decididas a matar periodistas que solo quieren informar. Imagínense si es temido el trabajo de los que explican la realidad.

La toma de conciencia de la importancia de la libertad de prensa comenzó hace muchos siglos. En 1644 el poeta John Milton ya protestó cuando el Parlamento inglés hizo una ley obligando a los impresores a solicitar autorización antes de publicar un libro. En su panfleto Areopagítica escribió que la verdad no era un mercancía que pudiera ser monopolizada ni comercializada con normas y regulaciones. Él comenzó a abrir una brecha.

Casi cien años más tarde, en 1733, un periodista neoyorquino llamado John Peter Zenger fue absuelto cuando el gobernador lo denunció por las críticas publicadas en su periódico. Según el jurado, las informaciones de Zenger estaban basadas en hechos contrastables y por lo tanto estaba publicando la verdad.

Ahora bien, Suecia fue el primer país en regular la libertad de prensa y de información. En 1766, el país escandinavo aprobó una ley pionera que eliminaba la censura de imprenta y defendía que cualquier individuo podía informar. Además, obligaba al gobierno a hacer públicas sus actividades. Pocos años más tarde, en EEUU, la primera enmienda introducida en su flamante Constitución sirvió para reconocer las libertades de culto, expresión, prensa y reunión.

En una época que tenemos información al instante desde cualquier pantalla, cuesta imaginar la revolución que supuso la popularización de la imprenta. Aquel invento permitía reproducir y compartir los mensajes a una velocidad impensable hasta entonces. Además, el poder

-tanto político como religioso- perdía el control del monopolio de la información. Quién tuviera una imprenta podía generar contenido, podía explicar cosas que serían leídas y compartidas por mucha gente.

Evidentemente las monarquías absolutistas no estaban dispuestas a consentirlo. Este fue el caso de España, donde solo se vivieron intentos de libertad de prensa en momentos muy concretos y aún gracias a hechos circunstanciales, como la invasión napoleónica de 1808, cuando era imposible vigilar que se publicaba. Además, la llegada de las ideas avanzadas de Francia también abrieron la mentalidad de una parte de la clase política. Esto permitió que primero en 1810 con un decreto y luego en 1812 con la Constitución de Cádiz, se reconociera la libertad de prensa. Duró poco. Una de las decisiones de Fernando VII al recuperar el trono en 1814 fue abolirla.

Durante el siglo XIX se hicieron ciertas regulaciones pero la libertad de prensa no existió en España. Los primeros cambios llegaron durante la Segunda República. Ahora bien, el nuevo régimen nunca abolió la Ley de Policía e Imprenta vigente desde 1883. Es más, durante el Bienio Negro (1934-36) todavía se quiso endurecer más, aunque al final no sucedió.

A partir de 1939 el control de la prensa ejercido por la dictadura franquista es tan obvio que sería un insulto a la inteligencia de nuestros lectores el solo hecho de describirlo. La famosa Ley Fraga de 1966 solo fue un mínimo maquillaje para disimular la realidad de un régimen que cada vez estaba más desfasado en un Occidente donde las libertades democráticas eran innegociables. Por ello, durante la Transición la libertad de expresión fue uno de los caballos de batalla y el periodismo vivió un auténtico boom. Esto no quiere decir que los profesionales de la información no fueran perseguidos, amenazados y encarcelados. Los problemas que tuvo con la extrema derecha y la justicia el periodista Xavier Vinader son un buen ejemplo.

En pleno siglo XXI, informar sigue siendo un riesgo porque la verdad suele ser incómoda. Y precisamente por eso hay que seguir explicándola.

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