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Elizabeth López Caballero

Mirando despacio

Elizabeth López Caballero

Los mejores tiburones

El otro día me preguntaron en una entrevista si era optimista ante las nuevas generaciones. Respondí que la única alternativa que vislumbro es el optimismo, pues lo contrario sería rendirme y a mí me enseñaron desde niña a “morir con las botas puestas”. Como también soy de las que piensan que todo pasa por algo, para reafirmarme en la respuesta que di en la entrevista, el universo me envió una señal. La semana pasada fui a la clase de 4º/5º de Primaria de uno de los coles donde intervengo los jueves. No había terminado de sentarme cuando los niños y las niñas, presas de la emoción, me contaron que habían fundado un club, el “Club de los mejores tiburones”, cuyo objetivo es que todos estudien y tengan un futuro mejor. Está compuesto por seis niños y dos niñas del aula. Además, como todo club que se precie, tiene sus normas y sus consecuencias. Algunas de las directrices que hay que cumplir para pertenecer a “Los mejores tiburones” son las que siguen: estudiar, no molestar, no alborotarse y tener paciencia con otros compañeros. ¿Y qué pasa si alguno de sus miembros no cumple con las pautas establecidas por unanimidad?, se preguntarán ustedes, como mismo me pregunté yo. Luego, depende de la infracción, las sanciones pueden ir desde la expulsión de un día del club hasta la de un mes. Por ejemplo, por un insulto el infractor será expulsado un día. En cambio, si le lanza una piedra a la cabeza a alguien, la separación del grupo será de un mes. Esto se debe a, como explica A., uno de sus participantes, “una piedra duele una pasada”. Llámenme ilusa, pero si con semejante iniciativa no soy optimista ante estas nuevas generaciones, es porque no quiero. No sé cuánto durará este equipo ni si alcanzará el objetivo que los ha unido. Ni siquiera sé si cumplirán con las normas que rigen el club. Aun así me quedo con la placentera sensación de ver que niños y niñas de nueve y diez años tienen como meta –y como posibilidad– que un futuro mejor es posible. Probablemente estos “tiburones” tendrán que nadar más de una vez a contracorriente; sin embargo, confío en que pese a las tempestades y a las marejadas, sigan nadando.

P.D. Les mantendré informados.

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