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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Ni metafísico ni tampoco patafísico

Para ganar unas elecciones basta sólo con ser Isabel Natividad Díaz Ayuso, con sus simplezas y sin exceso de metalurgia en la cabeza. Hace unos años se hablaba con ventosidad extrema de la política espectáculo.

La de ahora es una mezcla entre rasputines y un perfil de víctima, como ha ocurrido con ella. Dañada por Sánchez, los comunistas, de vez en cuando por Monasterio, otras por Mónica y algunas por nadie, aunque pareciese que estaba siendo sometida a sacrificio. Esta combinación de pobre ave desplumada perseguida por intereses arteros ha sido un buen combustible, por lo que hay que felicitar a su fontanería de mesa camilla, sobre todo a Miguel Ángel Rodríguez. Su dardo más agudo fue la convocatoria de las elecciones, una cita imprevista que dejó a los socialistas sin recambio para Gabilondo. En estos tiempos que corren nada puede hacer un metafísico, ni tampoco un patafísico (Fernando Arrabal), con la mujer que gestionó el perfil en Twitter de Pecas, el perro ya extinguido de Esperanza Aguirre. A este nivel se tasa el conocimiento en España.

La bestia negra de Santiago Abascal y su legión también han sido devorados por el extraño hervor de la triunfadora, que ha guisado sin miramientos a un Iglesias que se queda aparcado en su chalet como un pequeño burgués, extraño destino para un revolucionario, y ha metido en la brasa a Arrimadas dándole la última puntilla al sueño centrista. Una hilera de cadáveres aún con la boca abierta por el asombro, o por el intento de racionalizar un resultado en la hecatombe de la pandemia. Juana de Arco/Díaz Ayuso levantada en volandas por saber interpretar lo que el pueblo necesita bajo el estigma de la enfermedad. El celosillo de Casado (¿otro cadáver?) tendrá que ir a a terapia y aceptar que la candidata es un valor útil para salvar su culo frente a los de la era Rajoy. Todos los que se rieron de ella, con maledicencia, tendrán que besar su madrileñismo, porque la política es papas bravas y unas cañas.

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