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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Alternativas

En Canarias, como en la mayoría de las comunidades españolas, las fuerzas políticas que están en la oposición brindan disimulada o estentóreamente por la aplastante victoria de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. No únicamente el PP, por supuesto. Y no siempre por afinidades políticas o ideológicas con los conservadores, sino porque se enfrentan en sus respectivos territorios con gobiernos encabezados por el PSOE, como es el caso de Coalición Canaria. Convendría repasar que el éxito de Díaz Ayuso viene a confirmar una tendencia general: la gestión de la pandemia –que en ningún lugar ha sido precisamente ejemplar– no pasa factura en las urnas. Sus terribles efectos sociales y económicos tampoco. En Cataluña el ministro de Sanidad durante el primer y desastroso tramo de la pandemia ganó las elecciones autonómicas, y los hasta entonces socios del Gobierno de la Generalitat, JxCat y Ezquerra Republicana mantuvieron sus apoyos inalterables. Núñez Feijóo consiguió repetir su mayoría absoluta en Galicia. Todas las encuestas indican que el PP ampliará su mayoría en Andalucía, de nuevo a costa de Ciudadanos, mientras el PSOE se hunde (y sin el voto del otrora granero andaluz los socialistas están condenados a no pasar jamás de los 130 diputados en la Cámara Baja).

En realidad no se trata tanto de que los ciudadanos no valoren –salvo excepciones, con náuseas– la entre mala y mediocre gestión sanitaria o que no se sientan acorralados por la crisis económica, el cierre de empresas y la destrucción de empleo, la pauperización y los negros horizontes venideros. Se trata de que no existen alternativas verosímiles y lo suficientemente potentes –política y electoralmente– como para cambiar mayorías de gobierno. Republicanos y exconvergentes suman, con el apoyo de las CUP, mientras pactar con el PSOE sigue siendo pecado nefando entre los independentistas. Todas las meigas están con Núñez Feijóo y al frente solo gimen fantasmas desdentados y el PSOE andaluz vive ahora mismo el trauma de sepultar y sustituir al apolillado susanismo.

Si mañana se celebraran elecciones en nuestras arruinadas ínsulas baratarias ganaría de nuevo el PSOE, con Ángel Víctor Torres al frente, sin evidenciar demasiado desgaste. Lo perdido lo compensaría con una moderada vampirización electoral de Nueva Canarias y de Unidas Podemos. Y ocurría así, en efecto, no porque el Gobierno de Torres sea un dechado de eficacia y eficiencia en medio de una catástrofe económica angustiosa, sino porque los electores no encuentran alternativa visible o visibilizable. Ciudadanos es ya humo y el PP está hundido en la insignificancia, sin una solo análisis propio sobre lo que está ocurriendo y con un liderazgo de marmolina asfixiado por los argumentarios que envía Génova cada mañana. Coalición también resiste más o menos en las encuestas pero, por supuesto, no se trata de eso. Los coalicioneros se juegan su proyecto político si no toman prontamente la iniciativa, y eso no consiste en celebrar sopotocientas ruedas de prensa, inundar la Macaronesia de comunicados y señalar a Madrid como la madrasta asesina de la que solo cabe esperar disgustos y miseria. Consiste en que los ciudadanos detecten la renovación de una oferta programática con mayor contenido social y medioambiental, una fuerza más y mejor democratizada, un conjunto de reformas institucionales seductoras para una administración más ágil y eficaz, una reclamación más firme y coherente del desarrollo estatutario, una vinculación con otras fuerzas nacionalistas y regionalistas en el ámbito político, sindical, académico, profesional. Una alternativa. La que (todavía al menos) no le quita el sueño y ceba la soberbia del Ejecutivo socialista.

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