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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

No hay toreros, pero está Iglesias

Ahora que la tauromaquia está condenada y en crisis pandémica, resulta que no se ve a toreros que se corten la coleta como gesto que pone punto y final a unas faenas que atrapan la melancolía. A falta de simbolismo frente al toro, va Pablo Iglesias y le pide al barbero de Galapagar que acabe de una vez por todas con la mata de pelo que le puso la suerte en bandeja y que se la ha retirado en una jornada electoral ceniza. ¿Harán lo mismo los que se han quedado huérfanos de líder, de la misma manera que uno se queda sin panadero de la noche a la mañana? Están ante una tesitura amarga, porque frente a la libertad que ha descubierto la derechona negacionista y antimascarilla, la coleta venía a ser algo así como la identidad de la generación beat contra los herederos del Dúo Dinámico. El movimiento de la toma del cielo sin pasar por el purgatorio ha perdido fiereza y mucha pose, que fue la misma que dejó a Rajoy confundido cuando vio la entrada guerrera del diputado rasta en el Congreso, al que por cierto quiere empurar el sistema por su activismo callejero en una época prehistórica. El corte de coleta de Iglesias viene a ser parecido a la compra de su casoplón con piscina y barbacoa de pequeñoburgués, que desató una crisis en Podemos, donde muchos vieron los viejos tics de la izquierda que llega al poder y se acomoda en los colchones de agua del hedonismo. Nadie sabe quién ha sido el afortunado que se ha quedado con la coleta, pero el desafortunado líder podría pasar ahora por un joven cualquiera, con buen corte de pelo, decepcionado con el asalto al poder, que observa con envidia el limitado pensamiento del ayusismo, que no para en profundidades sino que más bien se asemeja a unos locos años 20 del parasitismo de las ideas. Echemos la culpa al largo tiempo entre restricciones y gel, cuyo efecto más torrencial ha empezado a encenderse por los inexplicables comportamientos políticos, y en segundo lugar, por algaradas que parecen gritar: «Soy el novio de la muerte».

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