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Alfonso González Jerez

Los pactos del nacionalismo moderado

Si se cumplen los acuerdos electorales entre CC y NC en quince días los primeros cederán a los segundos la Alcaldía del ayuntamiento de Telde, como deberán ceder en octubre la Alcaldía de Santa Lucía de Tirajana. El plato fuerte, tal y como lo describe Joaquín Anastasio en una de sus crónicas irreprochables, es el escaño por la provincia de Las Palmas en el Congreso de los Diputados: en junio de 2022, justo dentro de un año, Pedro Quevedo deberá abandonarlo para que se incorpore al mismo María Fernández, mirlo blanco de los coalicioneros grancanarios. Fernández es joven, inteligente, astuta, con sentido del humor y muy fotogénica: resulta un misterio cómo ha llegado a una lista electoral. Nadie tiene dudas razonables del cumplimiento del pacto en los municipios. En cambio, pocos meses después de celebradas las elecciones generales, en determinados círculos de Nueva Canarias comenzaban las matizaciones, la breves toses, las alusiones indirectas. Pedro Quevedo ha preferido mantenerse al margen del chismorreo, pero lo escucha cuidadosamente.

Lo que espera NC, para no ser demasiado palabrero, es que se convoquen elecciones generales antes de que Quevedo deba abandonar su escaño, algo que no parece excesivamente improbable. Los de Nueva Canarias han consagrado a Quevedo – un individuo tan cordial y simpático como de modestas cualidades políticas – como una pieza estratégica de la organización, como la evidencia misma de la capacidad de influencia del pequeño partido verde esperanza en las políticas de Estado que afecten a Canarias. Durante años Román Rodríguez y compañía ironizaron sobre la capacidad de influencia de Ana Oramas, pero su Oramas, ahora mismo, es Pedro Quevedo, aunque no disponga del apetito político, la energía y la porfiada combinación de látigo y sentimentalismo de la diputada tinerfeña. Sin embargo, Quevedo da el pego para su electorado, aunque como orador a ratos parezca discípulo de Chiquito de la Calzada y pase largos periodos de inactividad más o menos sesteante.

Hace dos meses Fernández, a través de un proceso de selección reglado, fue designada directora de la Gerencia Municipal de Cultura del ayuntamiento de Santa Lucía, y desde el propio ayuntamiento se escucharon voces indicando que ya está, que el pacto quedaba extrañamente superado, para pasmo de algunos propios y muchos extraños. El texto del acuerdo electoral no dice nada al respecto y la propia María Fernández ha explicado que al tomar posesión del escaño dejaría esa responsabilidad, obviamente incompatible con la condición de parlamentaria. Si Coalición cumple en los acuerdos municipales NC tendrá muy difícil encontrar excusas para no hacer lo propio en la Cámara Baja. Aunque siempre es posible encontrarla.

Al PSOE no le agradará perder un voto de su mayoría parlamentaria. Y sin duda – si dentro de un año se mantiene viva la legislatura – presionará a su socio en Madrid y en Canarias para que no mueva la ficha que debe mover. Sí, Pedro Quevedo también puede llegar a ser moneda de cambio en el Ejecutivo regional. NC cometería un error, como lo haría Coalición si rompiera los puentes para futuros acuerdos de esta naturaleza. El nacionalismo canario, hacia el centroderecha y hacia el centroizquierda, está amenazado. Coalición, desalojada del Gobierno y de casi todas las corporaciones, por la muy predecible subida del PP y la irrupción de Vox. NC, por el precio a pagar por su acuerdo con el PSOE, que si se mantiene en las encuestas es porque devora votos de Rodríguez y de Podemos. Si los nacionalistas moderados no entienden que una convergencia electoral – en municipios, en el Gobierno y en las Cortes – no es un acto de buena fé, sino una operación de supervivencia política, es que no han entendido nada.

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