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Carmen Martínez-Fortún

La curiosa impertinente

Carmen Martínez-Fortún

Un tiempo para indultar

Dice el Eclesiastés que «todo tiene su momento oportuno y que hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo, un tiempo para nacer y un tiempo para morir… un tiempo para esparcir piedras y un tiempo para recogerlas… un tiempo para amar y un tiempo para odiar». Pedro Sánchez sonó así de bíblico cuando defendió su indulto a los presos sin arrepentir porque «hay un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia». Se coloca así, él y sus sanchistas con Zapatero de valedor fundamental, en contra del 70 o el 80% por ciento de los españoles, aunque esto no me atrevo a proclamarlo sin Tezanos. También en contra del Tribunal Supremo y de la Fiscalía, castigadores malvados, que qué le importará a él, que para eso es el presidente del Gobierno; en contra de Page y Lambán e Ibarra y Vara -en sordina siempre este presidente prudente o apocado-, Guerra y González. Y fuera de su partido, en contra de todos menos precisamente aquellos que nunca encontraron un tiempo para arrepentirse, ni para dejar de conspirar, ni para respetar al rey, ni para tratar al resto de los españoles como sus hermanos que son, ni siquiera algunos para condenar la última agresión al exconcejal del PP en Vitoria.

Una, que se malicia que Sánchez usa la Biblia según su sacratísimo interés, -de Sánchez, no de la Biblia- pasa de recordarle aquello de Mateo de «que tu sí sea sí y tu no sea no; que lo que pasa de esto, de mal principio proviene» o de pedirle que quite sus oportunistas manos del rey Salomón, pues él lo mismo se amarra ahora al indulto que mañana a la condenación eterna, con el valor temporal que le da a su palabra, reconocido por su persona: «Eso lo dije en 2019», ergo lo que dije en cualquier momento lo cambiaré si me conviene.

Según sus defensores -que los hay- Sánchez emula a Blair en su proceso de paz irlandés, y por eso se deja tentar por Junqueras- Aragonés. No sabemos si llegará en algún momento el vade retro. Mientras tanto él gana tiempo en Moncloa, que, visto lo visto, es lo único que coincide hoy en día con sus reales intereses.

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