La Provincia - Diario de Las Palmas

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La historia es un sinvivir. No pasa un solo día en el que no ocurra algo importante. La cuestión, claro está, es para quién es importante.

En una misma jornada, nos hemos enterado que hay una plataforma cívica, Unión 78, que, entre otras cosas, lucha por la Constitución defendiendo la ilegitimidad de los indultos para los delincuentes del procés. Y, a la vez, en un giro inesperado de esta misma historia que nos atrapa, dos individuos de las Islas, uno, muy cerca del gobierno de coalición de España, aunque ahora está de capa caída, llamado Alberto Rodríguez, alias el Rastas o el Guanche, según el interlocutor y sus partido político, y otro, tan cerca del gobierno de Canarias que forma parte de él, el majorero Blas Acosta, han sido citados para un próximo juicio oral por pregunta agresión, en el caso del primero, a un policía, cuando éste estaba de servicio controlando una manifestación contra la ley Wert en la Laguna de Tenerife, mientras que el segundo lo será por administración desleal cuando estaba al frente de la alcaldía del municipio de Pájara. Tres eventos relevantes, noticiosos desde luego.

El que menos interés suscita, curiosamente, es el que debiera sobresalir sobre los dos restantes, porque personas de acreditada trayectoria intelectual, profesional o política han hecho fuerza para que la aberración jurídica de un “indulto inaceptable”, como lo ha valorado el Tribunal Supremo, sea el motivo para una nueva concentración de los demócratas de un país en el que la ley se estira tanto como un chicle. Sin embargo, son los canarios los que protagonizan los destacados de los medios nacionales. Y esto es así, el que unos presuntos infractores de cuello blanco -es sólo un decir- se expongan al rigor de la justicia, porque ambos individuos han sido o son políticos importantes en su campo de actuación. Me niego a pensar que los miembros de Unión 78, al ser requeridos sobre la cuestión, modifiquen su opinión sobre el indulto si los señalados para impetrar la gracia son el Rastas o el Acosta majorero. Es verdad que ni siquiera han sido juzgados, pero esto es lo de menos, porque tan seguro como que el sol sale por Oriente que, si son sentenciados penalmente, los dos solicitarán la misma medida. La lección de la historia es simple: si eres político, haz lo que te salga de las narices, luego ya se verá. Mientras haya impunidad, disfruta; cuando no, da gracias por el indulto.

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