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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Muchos dicen que no se la van a quitar

El desprendimiento de la mascarilla del rostro tendrá su síndrome, al igual que otros hábitos que ha traído consigo la pandemia haciéndonos más obsesos, maniáticos, repugnantes, ácidos, perseverantes, hipocondriacos... Habrá que elegir entre la fulminación de la semiprenda, salvo las excepciones legisladas, o desconfiar de la liberalidad que nos ponen en bandeja y seguir con ella huyendo del virus en su versión delta, o las que vengan al rebufo. Se plantea aquí, en plan cultura de la civilización, si la disposición social es la protección permanente ante los peligros que nos acechan, o bien el rechazo a cubrirse nariz y boca como síntoma de mala educación frente a la otra persona que tenemos de interlocutor: podría pensar que damos por hecho que es un individuo o individua sospechosa de expandir tóxicos desde la cañerías más internas de su cuerpo. ¿Quién vencerá? ¿El miedo? ¿Las normas del decoro social? Ya he dicho que estoy con Errejón en la necesidad de que una parte de los Next Generation vayan a un plan nacional psicológico, dedicado a conocer las debilidades que se nos han pegado como una lapa con la Covid-19. Y estoy seguro que una de ellas va a ser la resistencia a desprenderse de la mascarilla, no por despiste, sino porque se convertirá en un artilugio preeminente de cara a la seguridad sanitaria, al fantasma que acecha para sacar sus garras y anidar en las carnes. La mascarilla tuvo en el comienzo de los comienzos una especie de punto naif, piezas de diseño artesanal con sus colores preferentes. El posfordismo o fabricación en cadena, con su venta ilimitada en supermercados, impuso el modelo sanitario, más profesional y garantista frente a los embates de la enfermedad. ¿Puede la mascarilla alcanzar cotas de normalidad como el cepillo y la pasta de dientes, el jabón para las manos, la ropa interior, el desodorante, la colonia, la hojilla de afeitar, el papel higiénico..? Elementos todos ellos paralelos al progreso de la humanidad y sin los que sería imposible vivir. Cada vez hay más personas que me dicen que no se la quitarán.

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