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Desirée González Concepción

El amor no mata

Se me ponen los pelos de punta cuando descubro que 1.099 mujeres han sido asesinadas como consecuencia de la violencia de género desde principios de 2003 hasta junio de 2021. Crímenes que algunos desalmados intentan justificar en nombre del amor: “no podía vivir sin ella” “fue un crimen pasional”…Normalmente no suelo estar muy al tanto de este tipo de sucesos, pero hace unos días me impactó bastante la muerte de una mujer de Valladolid de manos de su todavía marido, después de comunicarle que se quería divorciar. Tenían dos hijas, unas chicas sin madre y traumadas para toda su vida. Sin duda, un testimonio desgarrador…Como ellas, 312 menores han quedado huérfanos desde el año 2003 por este tipo de violencia. Cuando ya utilizan a las hijas, llegando incluso a asesinarlas con el objetivo de hundir a la madre, como el caso de Tomás Gimeno, a esos individuos que emplean la violencia vicaria no se les puede denominar seres humanos.

Luis Rojas Marcos comenta que el ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza que alimenta la violencia doméstica entre las parejas. Esta violencia atraviesa 3 fases: comienza con una acumulación de tensión con menosprecios, coacciones, humillaciones…continúa con la explosión: amenazas, insultos, agresiones físicas y acaba como no, con la reconciliación…el agresor intenta soplar la herida como los ratones a la vez que muerden. Este falso “arreglo” evita que la agredida denuncie y caiga el peso de la ley sobre el agresor.

Me parece interesante difundir la idea que el hombre que humilla, grita , golpea, insulta,…utiliza el poder de la fuerza y la violencia para hacerse con la razón; un acto cobarde de intimidación para mantener a la mujer sometida, para que no despierte. Recurso que utilizan los incompetentes y los incapaces de aceptar una situación. Estamos en el S.XXI y no en la era de la cavernas, es hora de hacer entender a estos “trogloditas” lo que significa respetar la libertad y la dignidad de la mujer.

Desde el Ministerio de Igualdad se han lanzado numerosas campañas en contra de la violencia machista: “¡Basta ya!” “Contra la violencia de género, tolerancia cero”. “¡Ni una menos!” “Estamos contigo, la violencia machista, la paramos unidas” “+ Juntas que nunca”. Además, desde la Delegación del Gobierno, existe una enorme labor de sensibilización y concienciación para que las mujeres puedan empoderarse y se atrevan a denunciar. Destacar que el teléfono de atención a las víctimas de violencia de género, el 016 , ha recibido desde septiembre del 2007 en torno a un millón de llamadas reclamando auxilio. Pero, también es cierto, que alrededor del 40% de las mujeres acosadas que experimentan violencia doméstica, se acobardan y no piden ningún tipo de ayuda. Me gustaría poner el foco de atención además en los casos de ciberacoso; una de cada 10 mujeres mayor de 15 años ha sido víctima de este tipo de acoso alguna vez en sus vidas. Observo que se toman cada vez más medidas desde las instituciones, pero las mujeres continúan sufriendo violencia y muriendo de manos de sus parejas o exparejas. ¿Cómo se para esto?

Jacksons Katz, educador y cineasta estadounidense, creó uno de los programas más influyentes para la prevención de la violencia de género en EEUU. Según él, “calificar a la violencia de género como un asunto de mujeres es parte del problema. Da a una enorme cantidad de hombres, la excusa perfecta para no prestar atención” Puede que tenga razón… ¿Cuántos hombres vemos en las manifestaciones en contra de la violencia machista? Pocos, sin duda, de los acosadores…ninguno.

Tenemos un problema educacional importante, porque este tipo de “hombres” maltratadores, son a su vez padres, que “educan” a nuestros niños y adolescentes. Me echo las manos a la cabeza si pienso qué tipo de valores pueden asimilar esos chicos que ven violencia a diario en sus casas. Aunque sea duro reconocerlo, esos niños, repetirán patrones y serán, con mucha probabilidad, adultos maltratadores. Parece la pescadilla que se muerde la cola…Voy más allá, en caso de separación de la pareja, los maltratadores comparten custodia o entran en régimen de visitas, ¿están capacitadas estas personas iracundas y de condición violenta para pasar tiempo a solas con sus hijos o hijas?

Como siempre, debemos actuar desde la más tierna infancia. Dado que no sabemos lo que se “cuece” en cada hogar, el mensaje tiene que ser trasmitido desde las guarderías: nadie es dueño de nadie, las mujeres no pertenecen a sus parejas, las chicas no son el sexo débil, las tareas del hogar deben ser compartidas por los miembros de la familia, los chicos y las chicas tienen los mismos derechos y deberes… Por otra parte, es muy importante elevar la autoestima de los niños y niñas, es necesario que aprendan a amarse a sí mismos. Solo así podrán amar a los otros y además podrán establecer límites en caso necesario. El amor es respetar, comprender, empatizar, compartir, acompañar, escuchar, ofrecer…pero nunca “poseer”. Muchos niños y niñas no han tenido la suerte de sentir el amor en sus hogares, ¿cómo van a aprender a darlo? Por ello, puede que sea necesario incluir una asignatura de “valores domésticos” en los colegios. El gobierno, de alguna manera, debe dotar de igualdad de oportunidades a todos los chicos y chicas, independientemente del entorno en el que les haya tocado nacer.

No quiero acabar esta reflexión sin reproducir una cita del periodista uruguayo Eduardo Galeano “El miedo de la mujer a la violencia de género es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.

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