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Ver, oír y gritar

Corral de comedias de Toni

Debería cundir el ejemplo de Toni Cantó con el fin de que más de un actor en paro, en vez de dedicarse a la hostelería, se dedique a la política y pueda vivir de ello holgadamente. La fórmula es sencilla. Se apunta uno y se le cepilla el traje al líder que corresponda. Agitas alguna bandera y haces continuas declaraciones, aunque sean pésimas y solo contribuyan a emponzoñar el ambiente. ¡Y a chupar foco en el escenario político! Si en algún momento es preciso huir por la puerta de atrás, te apuntas a otro grupo. Que para eso eres comediante e interpretas lo que haga falta en cualquier sitio, con tal de seguir en el candelero y cobrar un buen dinero público sin dar golpe.

La carrera de Cantó (no la teatral, televisiva o cinematográfica) es espléndida, y no tiene ni pizca de ganas de abandonar ese suculento camino que evoca el pasaje de Vivian Leigh en «Lo que el viento se llevó». Recuerden. «A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré y, cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar…».

Así que este don Juan navegaba en el barco de UPyD, que naufragó, y después cayó en brazos de doña Inés, a la que se le ha ido hundiendo el tenderete de naranjas. Se subió al bote del PP e hizo reverencias a Ayuso. Tras quedar en orsay, ha recibido un salvavidas, Oficina del Español, que le permitirá navegar tranquilamente sin más sustos. O no.

Hágase la luz y Toni Cantó está dispuesto a representar un gran personaje en esta vulgar farsa de Díaz Ayuso con la que pretende divertirnos y reírse de todos. El argumento consiste en velar por la defensa del idioma en la Comunidad de Madrid. Uno de esos felices «chiringuitos» como aquel de Georgie Dann, el que fue rey de la canción del verano. La vida es un «Carnaval, carnaval», en efecto, y no sé si «El negro no puede…». Cantó cree que sí se puede estar en un organismo de ficción, y le hace un corte de mangas a Pablo Iglesias, que andaba perdido en el espacio, cantando «Mecagüentó», otra de aquellas canciones veraniegas de Dann. El exvicepresidente, por cierto, acaba de reaparecer con su nuevo «look» en una conferencia digital.

«La época dorada de los enchufes se va a acabar», dijo Cantó cuando estuvo como portavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas. Ahora tendrá que promover la capital europea del español, como si no hubiera existido nunca, e impulsar sus oportunidades económicas. Por decir algo. Tendrá que estudiar en el guion sus funciones y los beneficios culturales, turísticos, económicos y empresariales que dará la flamante oficina. No le costará mucho. Las páginas están en blanco. En fin, un atraco más a la población, que se deja estafar perfectamente. Y a seguir viviendo, Toni Cantó. A escenificar el falso papel de abogado defensor y a contribuir a la manipulación de la lengua con intereses partidistas.

De esto entienden una barbaridad la señora presidenta y sus muchachos. Vean su proyecto de reforma de Telemadrid, el ente público con el que quiere ahondar en un modelo de privatización y en el que pretende poner al frente de la parroquia a cualquier monaguillo, afín al PP, en lugar de mejorar los aspectos que sean necesarios. La neutralidad de la información y la pluralidad. Incluso los de Abascal están en contra de la politización de esa norma.

¿Recuerdan que en el verano de 2006 hubo una canción llamada «Opá, yo viazé un corrá»? Han pasado los años. Toni va a hacer también un corral. De comedias con su Oficina del Español patrocinada por Ayuso. Tenía que ubicarle en alguna zona de confort, y el misterio se diluye suponiendo que siga adelante la ociosa idea. Lucrativa para él por ser un oportunista excelente. Vas a declamar uno de los mejores papeles de tu trayectoria. Y olvídate de tanto «rumore, rumore». ¡Hasta siempre, Rafaella!

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