Hay acontecimientos que marcan la trayectoria de una organización, retos inesperados que ponen a prueba a todo un sector. La súbita activación del estado de alarma por la pandemia debida a la covid-19, el consiguiente confinamiento domiciliario y las restricciones a la movilidad produjeron un estado de shock en el transporte aéreo que paralizó el tráfico de los aeropuertos a escala global. La impresión de ver, de un día para otro, los aeropuertos casi vacíos –en mi caso, el de Gran Canaria– solo puede calificarse de desoladora. Creo que nunca olvidaré esa imagen.
Esta inédita situación obligó a una actuación inmediata. Aena reaccionó manteniendo abiertos los aeropuertos para continuar prestando el servicio público del que es garante, protegiendo el mayor activo de la empresa, que son sus trabajadores y trabajadoras, y no escatimando recursos para ofrecer la mayor seguridad sanitaria a los pasajeros. Las instalaciones se adaptaron sin demora a la demanda existente y a las medidas de prevención adoptadas por las administraciones sanitarias. Durante los primeros meses del estado de alarma, nuestros aeropuertos desempeñaron un papel clave en el regreso de miles de personas a sus países de origen y en el abastecimiento de material sanitario, una función esta última que no han dejado de cumplir desde que se inició la pandemia.
En paralelo se empezó a gestar un Plan de Recuperación Operativa a través de un grupo de expertos aeroportuarios. Esta iniciativa, basada en las recomendaciones de los organismos internacionales y nacionales, se orientó a garantizar la máxima seguridad sanitaria en los aeropuertos españoles y, por extensión, en el transporte aéreo en general. El resultado: más de 100 medidas que se desplegaron en los distintos centros gestionados por Aena. Ha sido un ingente trabajo –que ha valido sin duda la pena– y la mejor contribución posible por nuestra parte a la recuperación del tráfico y a la confianza de los pasajeros en el transporte aéreo.
El Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) ha constatado que el transporte aéreo ha demostrado ser un entorno de baja prevalencia del virus. Los esfuerzos realizados se han traducido en resultados medibles. Destaca, en este sentido, la obtención por el Aeropuerto de Gran Canaria –y por todos los del Archipiélago– de la certificación Airport Health Acreditation (AHA), otorgada por el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) y que evalúa el cumplimiento de las medidas sanitarias recomendadas por la propia ACI, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), el ECDC y las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por tanto, no lo decimos solo nosotros: contamos con unos aeropuertos sanitariamente seguros y plenamente preparados para la reactivación del tráfico, y así ha quedado acreditado. De hecho, todos los aeropuertos de la red de Aena han recibido esta acreditación o están en proceso de obtenerla.
La convicción de que la labor desarrollada en este intenso periodo ha dado sus frutos y nos sitúa en la vía de la recuperación supone una satisfacción para todos los trabajadores y trabajadoras de Aena, y confío en que también para todos los ciudadanos en general. Hemos trabajado para que los pasajeros se sientan seguros en todo momento. Las sensaciones que ellos mismos nos transmiten, sumadas a las evaluaciones externas, corroboran que el objetivo se ha alcanzado.
Aunque queden todavía algunas incertidumbres relacionadas con la evolución de la pandemia, los aeropuertos canarios están dispuestos para contribuir de forma decisiva a recorrer el camino de la recuperación. Pero la salida de la encrucijada a la que todos nos hemos enfrentado en este último año y medio también pasa, necesariamente, por las políticas de sostenibilidad. La única recuperación posible es una recuperación verde. Aena ha incorporado este compromiso a su ADN corporativo, al convertirse en la primera empresa española y una de las primeras en el mundo en someter cada año su Plan de Acción Climática a la junta de accionistas para rendir cuentas sobre su actuación en esta trascendental materia.
Seguridad sanitaria, sostenibilidad, innovación y eficiencia -la misma eficiencia que, lo digo con modestia pero también con orgullo, siempre hemos demostrado- deben ser las claves para encarar con éxito la etapa que ahora comienza. Y una más: el equipo humano, las mujeres y los hombres que forman parte de nuestro aeropuerto y de Aena y que desde el primer minuto han estado a la altura de lo que esta situación exigía de ellos.
