Hay momentos en las que mirar alrededores, ver lo que todos vemos, desencanto, incertidumbre y desconfianza de pronto en un vuelo Tenerife-Gran Canaria comparto trayecto con un desconocido de unos cincuenta años, fuerte, agradable, algo así como el Presidente del Club de Fans de Víctor Torres. No nos conocíamos pero la portada de un periódico nos dio la oportunidad de entretener el vuelo comentando cosas. La portada de la que hablo le daba importancia al verano y a la necesidad de viajar entre islas, como fórmula para ayudar a la maltrecha economía. Uno de los políticos que anima en el diario a los canarios para que vuelen entre isla es Ángel Víctor Torres, Presidente del gobierno canario. Mi compañero de fila se deshizo en elogios hacía Ángel Víctor. Le dije que no había cruzado con él más de dos palabras de manera que el conocimiento que tengo de su figura son sus acciones políticas y la opinión de amigos comunes. Nos saludamos brevemente en la presentación de Francisco Moreno como director el de Radio Televisión canaria y nada más pero, insistí, “mis amigas valoran su honestidad”.
Entonces me dio un toque en el hombro y comentó que Torres tiene dos familiares directos que llevan dos años en el paro. El hombre se vino arriba y se sinceró. Todavía no sabía mi profesión aunque tampoco estaba contando nada importante, datos que cincelaban el perfil del presidente. Poco a poco supe que mi compañero de butaca vive en Arucas y que ahí jugó a la pelota con el presidente. “Nadie sabe que cuando el incendio que en Gran Canaria quemó campos y vidas sus vecinos estuvimos a su lado, no lo dejamos solo ni de día ni de noche. Había casas en su barrio, que estaban llenas de velas rogando para que frenara la tragedia”.
Aterrizamos. “Oye, soy periodista; me gustaría contar lo que me has dicho, ¿puedo?”
“Pero no digas mi nombre”, “no lo sé”.
Y nos reímos.
