El buen uso de los espacios digitales y la presentación de estos como un entorno idóneo para el desarrollo de la creatividad ha sido el objetivo de las sesiones que he tenido la oportunidad de impartir en este Arucas Summer CodeCamp 2021, que ha sido promocionado por el Excelentísimo Ayuntamiento de Arucas y coordinado por Reboot Academy y Esport Talent Canarias. Han sido cinco jornadas intensas… y online, algo que no ha supuesto mayor problema para impartir los contenidos básicos, y aprender junto a la experiencia ya demostrada por los propios asistentes: jóvenes jugadores y jugadoras con un no tan sorprendente dominio del medio (el juego digital y en línea), una sensatez en el uso de estas plataformas que ha resultado alentadora y muchas ganas de conocer más sobre algo que ya forma parte de la realidad cotidiana. 

En cuanto a los contenidos en sí, ha resultado muy divertido impartir una sesión sobre la propia historia de los videojuegos, que tienen ya medio siglo de vida, ante un público nacido en este mismo Siglo XXI. En este punto, el alumnado desconocía el largo recorrido que ya tiene este campo, que va mucho más allá del puro entretenimiento. 

Precisamente, una cuestión relevante ha sido la de dar a conocer a los jóvenes cómo existe un amplio abanico de profesionales detrás del desarrollo de un videojuego de gran formato: desde los creadores hasta los programadores, los diseñadores gráficos, ingenieros de sonido, músicos, profesionales de la comunicación, generadores de contenidos en las redes u organizadores de eventos, además de los gamers. 

Antes de llegar a este punto, sin embargo, se hacía necesario trasladar un mensaje básico en cuando a la seguridad y el buen uso de estos espacios digitales, partiendo de una realidad que no se menciona tan a menudo como deberíamos: y es que, a día de hoy, y desde la expansión de la conectividad entre los jugadores, las plataformas de videojuegos funcionan hoy como verdaderas redes sociales, en las que los usuarios construyen su propio perfil, interactúan y chatean con otros y comparten contenido multimedia entre sí. 

Este último punto demanda adoptar las mismas pautas para un uso razonable del gaming online. Y esto incluye, además de las obvias precauciones a la hora de salvaguardar la privacidad, no emplear nombres verdaderos (sí al uso de los nicknames) y adaptar precauciones a la hora de agregar contactos, una gestión adecuada del tiempo. Es importante trasladar la idea de que los usos intensivos, sin pausa sin descansos, terminan afectando al cuerpo y al espíritu del jugador. Esto es, propiciando malas  posturas, desgaste visual, molestias físicas… y alterando los estados de ánimo de forma indeseada. Y que es preciso compatibilizar la consola y el ordenador con una actividad deportiva y social saludable. Tanto, como el cuidado de la alimentación.

Además, y al igual que ocurre con las redes sociales, es crucial asumir que todos construimos una identidad digital en base a cómo nos definimos y qué compartimos en estas plataformas y dejamos, por tanto, una huella digital indeleble, que permanece en el tiempo, y que no desaparece por sí sola. Cuidar esa identidad y esa huella es un concepto que se ha transado en las sesiones, y que, a mi juicio, debería formar parte de cualquier contenido didáctico contemporáneo dirigido a los jóvenes. 

Por otro lado, la parte más sorprendente de estas sesiones ha sido aquella en la que se ha podido desarrollar un briefing de videojuego ambientado en Canarias: los participantes demostraron en esta acción su notable capacidad para diseñar sobre el papel la idea completa de un juego atractivo, viable (en mayor o menor medida, en función de los recursos eventualmente disponibles) y original. Ese trabajo creativo podría convencer a cualquiera del potencial que manifiestan nuestros jóvenes para avanzar en este entorno digital, que ya poco tiene de nuevo y que, sin embargo, siempre permanece abierto a la innovación.