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Xavier Carmaniu Mainadé

Entender + con la Historia

Xavier Carmaniu Mainadé

El simbolismo de un juego universal

Naciones Unidas declaró el 20 de julio como el Día Mundial del Ajedrez, un juego que últimamente ha ganado notable popularidad gracias a una serie de Netflix, pero que antes de eso tuvo muchos practicantes ilustres.

Ahora que ya hace unos meses que la serie Gambito de dama despertó la fiebre por el ajedrez, parece que la pasión por el juego se ha apagado un poco. Será algo momentáneo, hasta que vuelva a haber otro momento estelar de este deporte antiquísimo, que reúne tantas cualidades que las Naciones Unidas han decidido que el 20 de julio sea su día.

Buscar los orígenes de este tablero con 64 casillas blancas y negras nos lleva a Asia. En Japón, China, y la India –de donde surgió el ajedrez– los juegos de estrategia ya eran habituales muchos siglos atrás. Aunque evidentemente el mundo ahora se ha hecho mucho más pequeño gracias a la tecnología digital y la rapidez de los medios de transporte, los antiguos también se movían de un lado para otro. Mucho más de lo que creemos. Esto permitía un intercambio de conocimientos y culturas, sobre todo a través del comercio y de la guerra. Las tierras de Persia sirvieron de puente para que el ajedrez llegara a Europa a través de la expansión musulmana. Entonces a ese juego se lo llamaba shatranj.

Durante la Edad Media evolucionó y la nobleza comenzó a practicarlo. Era visto como una evocación de las guerras que se llevaban a cabo en el campo de batalla. En la Catalunya medieval se sabe que lo jugaban grandes personalidades, como el conde Ermengol de Urgell y la condesa Ermessenda de Carcasona. Y en Castilla, Alfonso X, conocido como el Sabio, promovió y patrocinó textos para ayudar a difundir un juego que le apasionaba. Efectivamente, se ha documentado que hace un millar de años ya había estudiosos del ajedrez que escribían tratados analizando tanto las mejores aperturas como las jugadas más eficaces para resolver las partidas.

De hecho, a lo largo de la historia ha habido muchas personalidades de la esfera del poder que han disfrutado con este deporte; quizás porque esto de mover piezas para imponerse al contrincante se parece bastante a las entrañas de la política. Algunos tenían más destreza que otros. Por ejemplo, a uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin, que fue embajador en Francia, le encantaba jugar con sus colegas y solía utilizar metáforas ajedrecistas para ilustrar sus discursos. Uno de sus adversarios habituales era John Adams, el segundo presidente de EEUU, después de George Washington.

No se tiene constancia de que durante sus días en tierras galas Franklin se hubiera enfrentado a Napoleón, pero en caso de haberlo hecho lo hubiera vencido. Según cuentan las crónicas, al militar corso le encantaba el ajedrez, pero solía caer derrotado porque su carácter impulsivo le hacía precipitarse a la hora de escoger los mejores movimientos.

También fue uno de los entretenimientos favoritos de Vladimir Ilich Lenin durante su exilio en Suiza, donde se refugió tras la fracasada revolución de 1905. En una de las fotos más famosas de su biografía se le ve jugando con el también exiliado Aleksándr Bogdánov, en 1908.

El hecho de que el líder de la Revolución de 1917 (aquella sí triunfó) fuera un gran aficionado al tablero ayudó a que en la Unión Soviética el ajedrez se pusiera de moda. En realidad, en la Rusia zarista del siglo XIX ya se jugaba bastante, pero el nuevo régimen comunista ayudó a convertirlo en deporte nacional. Evidentemente, el clima favorecía esa especie de actividad recogida y, además, era muy económico. Para los dirigentes era visto como una herramienta para ayudar a desarrollar la capacidad de razonamiento del pueblo y se contrapuso a otros deportes tachados de burgueses, como era el caso del tenis, por ejemplo. En consecuencia, la URSS se convirtió en la gran potencia ajedrecista mundial y lo utilizó como una herramienta más de propaganda política.

La protagonista de Gambito de dama está inspirada en el americano Bobby Fischer, que en 1972 venció al ruso Boris Spassky. Según explica el periodista Leontxo García, en una entrevista en El Orden Mundial, la derrota fue vivida en la URSS como una tragedia nacional, porque el enfrentamiento entre negras y blancas en los 64 cuadros blancos y negros era la sublimación de la Guerra Fría. Y es que, aunque alguien se empeñe en decir lo contrario, deporte y política siempre han ido de la mano.

Popularidad

El simbolismo de un juego universal

En 2019 la ONU eligió el 20 de julio para conmemorar la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez, que tuvo lugar en 1924; pero también para poner en valor la utilidad de este juego como herramienta para mejorar la convivencia, el diálogo y el respeto entre personas de todo el planeta, aprovechando su popularidad en los cinco continentes.

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