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Observatorio

Ahora o nunca: no perdamos la mayor oportunidad de la historia en Canarias

Ahora o nunca: no perdamos la mayor oportunidad de la historia en Canarias

Canarias ha experimentado una caída del 20,8% de sus niveles de actividad durante 2020 a causa de la crisis del Covid-19 (Equipo RSEAPT). Gracias a la política económica, la destrucción de la ocupación y el aumento del paro ha sido mucho menor: la ocupación cayó un 6,19 % en 2020 (56.100 mil personas, EPA) y la tasa de paro aumentó en 2,13 puntos porcentuales (pp), hasta colocarse en el 22,62% en 2020 (EPA). A esta información hay que agregarle los trabajadores en ERTEs, que según las normas para la elaboración de la Encuesta de Población Activa se consideran ocupados, de los que a finales del mes de junio quedaban 70.950 trabajadores. También preocupa la pérdida de 41 mil activos en 2020 y otros 26 mil en el primer trimestre de 2021, lo que puede condicionar el crecimiento potencial de la economía de Canarias. Y esta crisis se produce cuando aún no habíamos superado totalmente la de 2008-2013.

Pero la política económica expansiva no ha evitado que la crisis haya empeorado algunas de las patologías más importantes de la economía canaria: altas tasas de pobreza y amplias brechas económicas entre ciertos colectivos y el resto. Estos colectivos más desfavorecidos están identificados: los menores de 25 años, las personas con educación inferior a secundaria obligatoria, las personas con trabajos temporales y los que llevan más de un año parados.

Los diferenciales en tasa de paro o salariales de estos colectivos y el resto son mucho mayores en Canarias que en el resto de España. Por ejemplo, la tasa de paro de los menores de 25 años fue del 52% en Canarias en 2020, casi 30 pp superior al resto de activos; este diferencial es de 24 pp en España. Pero un aspecto negativo que también nos distingue es que estos diferenciales se mantienen en el tiempo, se reducen muy lentamente en periodos de expansión y aumentan muy rápidamente con las crisis (por ejemplo, es de más de 35 pp en el primer trimestre de 2021). Todo esto provoca que en Canarias sea muy difícil generar un “crecimiento próspero o compartido” (share prosperity) que consiga reducir estructuralmente la desigualdad y la pobreza.

¿Qué lleva provocando esta situación en Canarias?

El origen del problema no está, como muchas veces se ha argumentado, en la concentración de nuestra actividad en el turismo y todo lo que le rodea. Una economía pequeña como la canaria debe especializarse en aquel sector donde tenga mayor ventaja absoluta y comparativa, y el turismo es el claro ganador en nuestro caso. Esto es, podemos tener esta especialización en el turismo, y no sufrir las patologías mencionadas.

¿Dónde está el verdadero problema?

Por resumir mucho la respuesta, el problema lo encontramos en las bajas productividades y alta temporalidad de los empleos en las actividades que se han desarrollado, y que han sido ocupados mayoritariamente por los grupos anteriormente mencionados. Esto provoca que las brechas salariales se reduzcan, si acaso, muy lentamente en periodos de expansión, y aumenten de manera drástica durante las crisis.

¿Cuál es la solución?

Como casi todo en política ahora, la solución no está en establecer una medida aislada, sino en diseñar un paquete de medidas. Y, para que la solución sea de largo plazo, han de ir al origen del problema. Por esto, las medidas redistributivas pueden solucionar el problema en el corto plazo, pero no en el largo. Por ejemplo, sin entrar en detalle, un incremento del salario mínimo en estos trabajos de baja productividad mejoraría la renta de determinadas personas, pero ralentizaría la creación de empleo (o lo destruiría), especialmente entre los trabajadores con menor nivel de empleabilidad por formación, edad y sexo; incluso, es previsible que aumente la economía informal. Esta ralentización (o destrucción) de empleo se podría evitar si existiera un sistema de compensación a las empresas que contratan (o no destruyen empleo). Pero esta medida aumentaría el gasto público y por tanto la necesidad de destinar recursos a otras necesidades públicas. Además, sería algo que no podría sostenerse en el tiempo. Por lo tanto, la solución definitiva pasa por aumentar la productividad de los trabajos de estos colectivos. Y la productividad se asocia con las características de los empleos: al menos en Canarias, es la demanda de trabajo la que determina principalmente la productividad; la oferta de trabajo se selecciona a fin de obtener la productividad prevista.

¿Dónde está la gran oportunidad?

En los próximos cinco años, tenemos una oportunidad única para conseguir este objetivo y poder revertir este mal casi endémico de la economía canaria. Los recursos procedentes de la UE hasta 2026, Next Generation, y los procedentes del nuevo período de programación 2021-2027, pueden suponer para España y Canarias una enorme cantidad de recursos disponibles. Además, el aumento de la demanda interna que se va a producir en el resto de España y en los países europeos, también beneficiará a Canarias indirectamente a través de la entrada de más turistas y de inversión nacional y extranjera.

Pero la gran oportunidad no se nos abre solamente por este Big Push. Se nos abre porque los fondos europeos van a estar dirigidos a inversiones y a la generación de empleo en sectores y actividades de alta productividad, como los relacionados con las energías renovables, la economía circular, la digitalización, la renovación y modernización del mobiliario urbano, etc., y que conocemos de antemano. También favorecerá la creación de empleo en torno a una oferta de bienes y servicios relacionada con la demanda de turismo más respetuosa con el medioambiente y con la sostenibilidad ambiental. Y, por último, también se podrá crear empleo en aquellos sectores que ayuden a mejorar los derechos y servicios sociales y favorezcan la sostenibilidad social y un crecimiento inclusivo.

Además, Canarias tiene instrumentos económicos y fiscales contenidos en el Régimen Económico y Fiscal (REF), que podría hacer de acelerador de estos procesos. Podríamos ir pensando en reformular el REF para adaptarse a esta nueva situación y facilitar la generación de externalidades positivas y efectos desbordamientos del Big Push que nos viene de Europa. No vendría mal explicar una vez más al resto del Estado que gran parte de las pequeñas economías insulares remotas del mundo tienen especialidades económicas y fiscales respecto de las vigentes en las regiones continentales. Hay buenos ejemplos: además de las Regiones Ultraperiféricas de la Unión Europea, convendría que hicieran un repaso por los Países y Territorios de Ultramar, para entender que lo que parece excepcional desde el continente es lo habitual en las pequeñas economías insulares remotas.

Tendremos inversiones en casi todas las ramas del conocimiento. La mayoría de los empleos que se podrían generar con estas inversiones no requieren una formación superior, ni tener una experiencia previa. La formación requerida, en la mayoría de los casos, es de estudios de primaria y secundaria y, además, la cualificación específica necesaria inicial (acompañada después por un proceso de aprendizaje con la práctica) podría ser adquirida en menos de seis meses.

Estamos ante una situación casi única en la que podemos planificar con antelación y con poca incertidumbre el tipo de empleos que serán muy demandados en Canarias en los próximos 10 años. Y, lo mejor, son empleos que aumentarían la productividad de colectivos que hasta ahora estaban ocupando empleos de baja productividad que llevaba a tener bajos salarios. Así, de hacerlo bien, un porcentaje muy elevado de personas de estos colectivos podrían reducir sus diferenciales salariales respecto al resto, disminuyendo la desigualdad y la pobreza en Canarias de manera muy significativa y, además, no de manera puntual, sino estructural.

¿Cómo actuar?

Para que se puedan alcanzar los objetivos deseados, esto es, un «crecimiento próspero y compartido», tenemos que adelantarnos al menos en tres cuestiones: a) Diseñar una hoja de ruta con al menos un año de antelación que permita identificar a los colectivos necesitados, y hacer un cruce lo más preciso posible entre los trabajos que se van a crear y la cualificación requerida de los empleos; b) Comenzar a cualificar y formar a los futuros trabajadores e incentivar tanto a formadores como a perceptores de la formación para que esta sea de la mayor calidad y específica para las necesidades que nos vienen; c) Preparar a la administración pública con personal cualificado y un sistema lo más ágil posible para poder gestionar los fondos y llevar a cabo el plan diseñado en el punto anterior. Esto hay que hacerlo ya, no podemos esperar.

Es imprescindible involucrar a las empresas en este proceso de cambio y fomentar la aparición de nuevos empresarios ya sean nativos o foráneos. Téngase en cuenta que las dos crisis sufridas por la economía de Canarias en el siglo XXI han cortado una gran cantidad de vocaciones empresariales. De no remediarlo, este bache generacional puede convertirse en un lastre de notables dimensiones en el largo plazo.

Es la gran oportunidad para Canarias. Ahora o nunca.

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