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Fernando Canellada

Azul atlántico

Fernando Canellada

Erasmo de Gáldar

Gáldar celebra hoy un solemne día de Santiago en este 25 de julio, domingo, con el Año Santo en lo más alto del pabellón festivo pese a las restricciones de la pandemia. Es un buen día por tanto para señalar la aportación de un galdense que llega a las librerías con una más de las ediciones editoriales tan prolíficas en la Isla.

Erasmo Quintana Ruiz, nacido en Gáldar el 2 de junio de 1942, exconcejal de Cultura del Ayuntamiento de Guía, presenta el miércoles en la sede de la Orden del Cachorro Canario, en Vegueta, su libro Gritos en el desierto, una obrita manejable con una selección de sus artículos, en su mayoría publicados en LA PROVINCIA y en DIARIO DE LAS PALMAS, que ha editado de la mano de Plácido Checa.

Socialista de corazón, Erasmo es un personaje que ha estado condicionado por su nombre, aunque en una dimensión laica con raíces católicas. Se puede decir, con un conocimiento superficial de este articulista comprometido, que su nombre ha determinado su vida y ha influido en su personalidad. No es frecuente un apelativo con esas resonancias, pero Erasmo Quintana Ruiz ha convertido con dignidad una onomástica erudita en cultura popular.

Un escritor amigo, vecino y laureado como Santiago Gil, prologa la obra e invita a su lectura, lo que predispone a picotear entre la retahíla de artículos que el pacífico Erasmo agavilla en 175 páginas. He cruzado pocas veces la palabra con Erasmo Quintana. Mi trato no es continuo ni asiduo, pero se percibe que cultiva la conversación con sensibilidad y la bonhomía, la cercanía y el afecto, y que resulta más firme y contundente con la pluma que con la palabra. Dice casi siempre cosas sensatas y hasta evidentes, aunque en ocasiones deformadas por su pasión política. Tan convencido está de que es preciso cambiar el rumbo de Canarias que sigue comprometido con todas las causas que le pide el cuerpo y el alma. Confirma, a su edad, que la política nunca se deja.

Es un hombre del pueblo, sin ninguna sombra de duda. Y da la impresión de que ha sido toda su vida un militante apasionado, pragmático y realista; pegado a la familia, a la que dedica su libro; y a los amigos y compañeros. Juan Negrín, Carmelo Padrón, Rafael Almeida, Antonio Aguado o Jerónimo Saavedra son nombres que sobresalen en sus páginas.

Grancanario de nación y, digámoslo así, de profesión, Erasmo Quintana es un espíritu noble y desinteresado. Reconoce errores y fracasos en la vida, pero como dijo Walt Disney, «la diferencia entre ganar y perder consiste a menudo en no abandonar».

De rostro bonachón y de costumbres limpias, este galdense que puso una pica en Guía, demostró lo que pudo en la gestión municipal y se lanzó al papel, como una espada, para luchar contra gigantes y molinos. Deja entrever que prefiere la calle a los plenos y consistorios. Y pese a su agnosticismo consustancial, coincide con la fe de sus mayores en la lucha por un mundo más justo y solidario.

Erasmo Quintana ha derrochado buena parte de su energía en el pasatiempo de la escritura. Es un ejemplo estimable de dedicación a la palabra que clama en el desierto.

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