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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Optimistas sin escrúpulos

Como todo el mundo procedente de la izquierda –que el progreso nos perdone– estoy encantado con el descubrimiento de Roger Scruton, quien escribió que «los optimistas sin escrúpulos creen que los problemas y los desórdenes del género humano pueden ser superados por alguna clase de ajuste a gran escala: basta con preparar un nuevo acuerdo y las personas serán liberadas de su prisión temporal hacia un reino de éxitos».

Ahora mismo son, precisamente, optimistas sin escrúpulos los que copan los gobiernos de España y de Canarias. Ha cundido un pequeño maremoto de entusiasmo al conocerse la decisión de Pedro Sánchez de repartir los 13.500 millones adicionales que se incluyeron en los presupuestos generales del Estado –el llamado por algunos fondos covid-19– entre las comunidades autonómicas. ¿Más perras? Pues sí, más perras, que se entregarán en dos tramos, septiembre y noviembre, bajo un criterio poblacional. Aún más: por acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera el año próximo recibirán más dineros como adelantos a cuenta del sistema de financiación. En el caso de Canarias se pasará de los 4.703 millones de este año a los 5.047 millones en 2022, es decir, un incremento del 7,3%.

Es una cantidad muy considerable de recursos que se suman a los ya disponibles por decisión de los gobiernos de Madrid y Canarias –ayer, supuestamente, se comenzaría a autorizar el pago de las ayudas directas a pymes y autónomos procedentes de los 1.470 millones trasferidos desde Madrid– y a la espera aun de las inversiones que se regarán con los miles de millones de los fondos Next Generation de la UE. Nadie más o menos serio discute que no es el momento de paralizar el gasto público. Lo que abruma es el ambiente tombolero de esta fiesta multimillonaria. Para empezar, las dudas procedimentales son muy razonables si se considera la experiencia acumulada. ¿Las administraciones públicas podrán asumir la gestión eficiente de esos fondos cuando parten de un nivel de ejecución presupuestaria entre aceptable y modestamente positivo? ¿Cómo se integran las diferentes fuentes y vías de financiación extraordinaria en políticas estructurales y estructurantes o todo se resume en una colocación de parches más o menos creativa? ¿Hay alguien pensando, sistematizando, diseñando desde un punto de vista global e integral el mayor gasto público de la historia de Canarias?

Y luego está, por supuesto, una puñetera realidad: la pasta, por sí sola, no transforma nada, no crea nada, no optimiza nada. Sin reformas políticas, jurídicas e institucionales estos prodigiosos recursos funcionarán como un estímulo económico cuyos efectos se prolongarán durante muy pocos años y con ciertos riesgos no insignificantes, como desatar un proceso inflacionario. Es imprescindible vincular el gasto público con un conjunto de reformas consensuadas, imprescindible y largamente pospuestas o abortadas en este país: reforma laboral, reforma del sistema público de pensiones, reforma del sistema educativo en sus cuatro niveles, reforma fiscal y reforma de unas administraciones públicas (sin olvidar la administración de justicia) más ágiles, más rápidas, mejor dotadas técnicamente y excluidas de cualquier patrimonialización y uso clientelar por parte del gobierno de turno. La modernización del Estado español y sus comunidades no pasa (únicamente) por los coches eléctricos, el hidrógeno verde, los ordenadores baratos o la universalización de las placas solares y fracasará miserablemente si sus instituciones y sus normas no se convierten en un acervo ciudadano, no consiguen funcionar satisfactoriamente para resolver problemas cotidianos en el marco de una convivencia plural, no se convierten en una garantía de salud de una democracia representativa. Más que optimistas sin escrúpulos se necesitan escépticos decentes, austeros, lúcidos y apasionados.

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