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Ángel Tristán Pimienta

¡Hala!... a tocar el timple

Los viernes por la tarde me toca escribir el ‘Apuntes’ de los domingos; por eso a veces me sale medio congelado, sin las penúltimas noticias de la semana. Pero vamos bien: han ocurrido muchas cosas que, según se mire, pueden ser cómicas o dramáticas, de una gran profundidad, incluso etimológica, o de una insufrible superficialidad.

Quienes hemos sufrido la Covid 19, y aunque en grado moderado hemos estado una semana hospitalizados (en el Dr. Negrín) aunque afortunadamente no en la UCI, gracias a la naturaleza de cada cual, somos muy sensibles cuando se trata del virus. Sobre todo si lo que sobrevuela no es el interés por la vida, la lucha contra la enfermedad, o sea, los aspectos estrictamente sanitarios y científicos, sino otros intereses que podríamos llamar espurios. En el bien entendido de que solo los técnicos y científicos dominan esta materia. ¿Cómo un simple juez puede negar la necesidad de unas medidas que respaldan los técnicos y científicos de Salud Pública? ¿Tienen más conocimientos ciertos empresarios turísticos y del ocio no turno de Tenerife? Los otros ‘entendidos’ aficionados o presuntuosos, suelen representar otras escuelas del ‘’’pensamiento’’’, y despilfarro a propósito las comillas para que se note mejor la mala leche.

Hay gente para todo. En estos tiempos confusos, donde abundan los zombis que creíamos enterrados para siempre, los charlatanes vendedores de crecepelos – que en el ‘far west’ terminaban desnudos y emplumados con brea – politizan todo aquello sobre lo que pueden edificar pirámides de bulos y mentiras. Nada escapa: se juega con la salud con infinita alegría y despreocupación.

Cuando ya los misterios comenzaban a descubrirse y todos los países, con algunas excepciones gamberras como los EE. UU. trumpianos, el Brasil de Bolsonaro, las primeras excentricidades del botarate Boris Jonhson, etcétera…., seguían y siguen estrategias más o menos comunes bajo el paraguas de leyes más o menos iguales, algunos usaron la pandemia y las muertes y las UCIS como políticos ‘órganos de Stalin’, muy apropiados para la táctica de tierra quemada.

Quizás el mejor ejemplo europeo de deslealtad y falta de vergüenza sea el de Pablo Casado y su núcleo duro, que necesitan el grito, la furia, la manipulación torticera de los datos y el insulto para tapar el constante paseíllo de sus dirigentes por los juzgados. Siempre en el banquillo de los procesados.

La actual dirección popular sostiene, qué remedio, está en el manual, que eso no les concierne, que eso era antes, si acaso, porque hasta a los pecadores incluso dentro del infierno el diablo les respeta, por lo visto, la presunción de inocencia. Pero obsérvese que la técnica de la cortina de humo y el anatema como truco de defensa no han cambiado. Con la corrupción y con el coronavirus el manejo es el mismo. Negar la mayor y acusar lo menor del adversario. ¿Que es falso? Es lo de menos. Las grandes mentiras se convierten en verdad asumida a golpe de titular, según Goebbels.

Todo esto va calando. Como esos golpes de estado ‘blandos’ que llevan a cabo los aprendices de Putin y Xinping, Bolsonaro y Orban, con VOX como escuela de aprendices de brujos, pero con gran poder de infectación por contacto, para instaurar ‘democracias autoritarias’. Un oxímoron, que está dejando de serlo. Mala cosa. Así empezó el siglo de las desgracias. El XX.

Hoy, con una quinta ola tan embravecida que es harto peligroso surfearla, el ‘negacionismo’, la conspiracionitis, la frivolidad y la excentricidad son una gran ayuda para el ‘bicho’ invisible. Las camas hospitalarias y las ucis vuelven a desbordarse, las funerarias hacen horas extraordinarias… y en España la oposición sigue a lo suyo, poniendo palos en las ruedas de las camillas y las ambulancias, boicoteando medidas elementales, idénticas a las que adoptan los países de nuestro entorno, en constante aplicación del método básico de prueba y error, porque el virus muta en oleadas de cepas que torean los remedios que con las anteriores daban buen resultado. Esto no se estudia en las oposiciones para jueces. Y para eso están los técnicos y expertos: los inmunólogos, los virólogos, los epidemiólogos, los neumólogos , los urgenciólogos.... a los que sus señorías no suelen hacerles caso. Tampoco a las estadísticas de contagios, ingresos y mortalidad, por ciudades, comunidades autónomas, islas, países… que salen todos los días en los ranking de excelente diseño visual en los medios de comunicación.

A su vez, el mal ejemplo de un Tribunal Constitucional, caducado con un exceso que lo pone bajo razonable sospecha, y desde algunos puntos de vista ya sin legitimidad, se dedica a debatir si sin galgos o podencos los estados de Excepción y de Alarma. Con tanta ausencia de sentido común que nos ha dejado a los ciudadanos gravemente alarmados.

Todo lo que sube baja, y el espectáculo que está dando la justicia en esta ruleta de autos y sentencias, que en una comunidad autónoma acepta las medidas que otro tribunal de la misma categoría rechazan, como ha ocurrido en Canarias, aumenta la confusión y el pasotismo. En un sitio sí hay toca de queda y en otro se prohíbe. Muy sensata es la petición del presidente regional Ángel Víctor Torres de que se unifique la doctrina, para evitar semejante espectáculo y, sobre todo, el enorme daño que se causa.

Hay ejemplos que valen más que miles de palabras: negar la evidencia de que el interior de restaurantes es principal foco de contagio, negar validez jurídica a los ‘carnés covid’ porque contienen datos personales es como negar a la Guardia Civil de Tráfico, ya lo quisieran algunos jetas, que exija el carné de conducir o el DNI …porque sus sistemas informáticos contienen también datos personales.

Estamos en medio de una pandemia. De una tragedia global que pasará a los libros de Historia y cuya memoria durará siglos.

Otra noticia que leo es que empiezan las clases de formación superior para tocar el timple. Tocar el timple no hace daño y además de ser cultura y canariedad es bueno para la tensión arterial.

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