La Provincia - Diario de Las Palmas

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José María de Loma

Sueño de verano

La otra noche soñé que tenía insomnio. Como no sabía si estaba dormido o despierto probé a enceder la televisión. Emitían un reportaje sobre las fases del sueño. En ese momento decidí quedarme muy quieto, si bien nunca he sido partidario del movimiento excesivo. La quietud me permitió disfrutar de mi estado, que no sabía si era el de un hombre despierto o el de un hombre soñador. Miré el reloj. Estuve tentado de cambiar la hora en la que tenía fijada la alarma para despertarme. Llegó la hora y el despertador sonó, con lo cual deduje, bueno, no deduje nada, porque si estaba soñando no cambié la hora y si estaba despierto lo de cambiar la hora fue solo tentación. El caso es que me levanté sin saber muy bien cómo me encontraba. Me lavé la cara despierto dormido, me hice un café quizás sonámbulo y me asomé a la ventana, que me proporcionó, como dijo el poeta, la dudosa luz del día. Tal vez era de noche, tal vez no. La televisión continuaba a lo suyo, hablando de las fases del sueño. Dijo el locutor en un momento dado que lo característico de algunos sueños es confundirlos con la realidad. Pensé: a este no le dan el Nobel. Pensé más: debería volver a acostarme para deshacer este entuerto. Incluso este enciego. Cerré los ojos. Cesó el ruido de la tele. Así estoy ahora, en una irrealidad que al menos me ha proporcionado paz. Nadie llama. No pega el de Amazon en la puerta. Nadie se levanta. Ausencia de ruido vecinal. No ladran perros ni pasa el camión de la basura ni la gente toca el pito con desafuero. Espero no haber palmado. Ojalá pudiera recordar estas andanzas y reflexiones, estos pensamientos y sensaciones y hacer con ellas un artículo de periódico. No un artículo que incite al sueño. Un artículo de un hombre tan despierto que nota cuando está dormido o no dormido. Un sueño de artículo que reciba un premio, tres me gusta, catorce retuits y la alabanza en redes de un prohombre amante del silencio y la prosa. Más café.

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