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Alfonso González Jerez

Retiro lo escrito

Alfonso González Jerez

Incertidumbres

Escucho a Blas Trujillo, político cuasiprofesional que siempre me ha caído bien, porque no es Willy Brandt, de acuerdo, pero no suele hacer mal el trabajo que le encargan. Si uno le hace caso a Trujillo, que ayer iba de guajiro pandémico, las cosas van epidemiológicamente bien y mal, mejorando y empeorando, con contagios que han crecido mucho pero que ya están cayendo en las islas en las que cayendo están, porque en las demás no. La convicción cantinflesca del discurso Trujillo me va poniendo cada vez más nervioso. Evidentemente no está haciendo mal el trabajo que le encargan: alertar pero no asustar, ser optimista entre paréntesis de reflexiones preocupantes, apuntar una recuperación mientras se deslizan espantos y, sobre todo, que parezca que se está controlando todo. Ese dato, por ejemplo: el 26% de las personas ingresadas en UCI en Canarias tiene entre 12 y 39 años. Glup. La media de edad de los ingresados es de 51 años. Glub, de nuevo. La cepa Delta ya ocupa un 80% de los contagios de Canarias. Lo mejor, la marcha de la campaña de vacunación: un 63% de los mayores de 12 años residentes en las Islas ya tienen dosis completa. No es descabellado que a principios de septiembre se llegue al 75% y a partir de entonces se evidenciará el impacto positivo en un descenso de la presión asistencial.

No será un buen año económico, aunque el jefe de Trujillo insista en descubrir signos de recuperación en las oficinas del Servicio Canario de Empleo o en el vuelo de las pardelas. Los empresarios turísticos apuestan por un invierno de modesta aunque firme recuperación, si no se tuercen de nuevo las cosas, con turistas británicos y alemanes llegando después de las vacaciones navideñas. Quieren y querrán gastarse menos perras, pero Canarias les ofrece más confianza sanitariamente: en todo caso la pandemia y sus efectos socioeconómicos incidirán en los próximos años en la competitividad de los destinos turísticos y Canarias va a tener que realizar un esfuerzo suplementario al respecto. Las prospectivas que el pasado año desarrollaron varios economistas y servicios técnicos no van desencaminadas: la recuperación económica no será ostensible hasta avanzado el 2023 y la disminución del desempleo a niveles inferiores del 20% no llegará, como muy pronto, hasta entonces.

No se ha cesado de criticar la gestión sanitaria de la pandemia, pero en realidad es el único espacio de la crisis en el que no vamos a ciegas. En todos los demás aspectos la incertidumbre es la única certeza. Ángel Víctor Torres ha informado (es un decir) que los presupuestos generales de Canarias para 2022 crecerán un 5%, casi 9.000 millones de euros, aunque reconoce que «están pendientes de precisar» los ingresos que pueden derivarse de recursos estatales y europeos. Sin duda la Consejería de Hacienda cumple con su deber al predefinir el marco presupuestario para el 2022 pero tal vez en esta ocasión la orientación de los próximos presupuestos generales del Estado sea más imprevisible: Pedro Sánchez está dispuesto a soltar una cantidad indecente de pasta para ganar unos meses más de tiempo frente a los independentistas catalanes y su gobierno. Pero, más sustancialmente todavía, alguien debería explicar dos cosas harto elementales. Primero, que los recursos –buena parte de los cuales deben lucharse frente al Gobierno central, y por desgracia Torres es de una complacencia infinita a la hora de aceptar el dictamen madrileño– aunque parezca mentira, son limitados; segundo, que el Ejecutivo regional ha sido incapaz de simultanear ayudas empresariales y sociales con un programa de inversiones públicas (rehabilitación de espacios turísticos, nuevos centros escolares y culturales, modernización urbanística) que pueden crear empleo a través de consorcios público-privados. El keynesianismo es eso, no ese ingreso mínimo vital que tampoco ha llegado.

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